6/21/2006

A través del TFT o los bailes de máscaras digitales


Hay cierto glamour en los bailes de máscaras.

Hay magia en los trajes vaporosos que llevan algunas personas en los carnavales de Venecia, en ser libre por un día de hacer lo que quieras, a salvo tras una pared de anonimato, que te protege de las miradas curiosas de los demás.

¿Qué chica no ha soñado con una velada en un baile veneciano, llevando un traje de ensueño, esperando encontrar a su príncipe azul de improviso, pareciendo entre la multitud, cual Sarah en la mítica película “Labyrinth” que interpretó Jennifer Conelly junto a David Bowie?

Las máscaras, los disfraces, tiene el poder especial de hacerte sentir libre para actuar como deseas. Así lo dijo también en la película “Nunca me han besado” el profesor del que Drew Barrymore se enamora, refiriéndose a una obra de Shakespeare.

Muchos anhelan tener ese alter-ego que les haga libres y perfectos.

Hace mucho tiempo, cuando existía la revista “Super Pop” que creo que aun sobrevive, aunque publica bazofia, había secciones de contactos, de gente que deseaba escribirse con otras personas, y mantener así una amistad.

Qué tiempos aquellos en los que aun recibías cosas en el buzón de casa, que no eran facturas o spam… Conocí mucha gente así, gente de Estados Unidos, de Rusia, de Inglaterra, de Japón… Pero perdí el contacto por vagancia, por lo que me costaba bajar a la calle y caminar hasta el buzón más cercano.

Hablaba claramente con ellos, de forma sincera, como lo hago aquí, como lo he hecho siempre en todas partes. Ellos me contaban sus cosas y yo correspondía con las mías. A veces un poco frustrada por lo rudimentario de mi inglés de 14 años. Pero eso no fue impedimento alguno.

Cuando perdí el contacto con ellos, fue porque me centré más en mis cosas, en estudiar, en salir por ahí, y porque era una comunicación muy lenta.

Tenía una amiga, Montse que me decía que en su casa hablaba con la gente a través del ordenador. La primera vez que la oí, pensé que había entendido mal, pero no: era cierto.

Fue mucho antes de Internet, de Terra y todos los demás. Unas conexiones muy rudimentarias casi al nivel de Terminal telnet. Con unos pocos chats. A mí me parecía cosa de ciencia ficción. Lo más parecido era el “ansible” de El Juego de Ender”.

Entonces un buen día descubrí el Chat de la UPC, de la Facultad de Informática, el nescafib. Y ahí empezó todo.

La primera vez que me hice un mail, fue en hotmail. Como primer nick escogí Ender. Tuve que conformarme con ender1978@hotmail.com. Estoy hablando de hace casi 11 años.

Me ayudó un chico en la biblioteca a hacerlo. Apenas llegué a usarlo. Además me quedé pensando: ” Este tío... ¿Dónde coño me ha metido? ¿Hotmail? ¿Correo caliente?”. Esperaba que en cualquier momento fuera a venir la bibliotecaria y me pillara en una página porno, cuanto menos.

Volví a retomar el tema de los mails el último año en la Universidad de Barcelona, y me hice uno en el portal predecesor de Terra, que ésta absorbió. Ya ni lo recuerdo. Probablemente fuera algo tal que tamtam-tobu@ole.com.

Más tarde tuve que escoger un nick, un alias, una máscara para mi baile particular. Y mi primer nick fue “gato”.

En los tiempos en que finalmente adopté ese nombre, echaban en la tele la mítica serie de “Nada es para siempre” de la cual no vi un solo capítulo, pero no por ello permanecí ignorante al hecho de que había un personaje llamado “Gato”. Me enteré porque no pasaba un solo día sin que me hablara un chica preguntando “Gato, ¿como el de ‘Nada es para siempre’?”. “No, gato, como el animal” decía yo, y añadía “Y soy chica”.

Raudamente se acababa la conversación con la chica en cuestión, que seguía a la caza.

Cuando yo hablaba con los chicos me preguntaban que si era chica de verdad, y que porqué entonces me llamaba “gato” masculino singular.

Las relaciones en la red son un acto de fe, como creer en dios. Crees en lo que te dice la otra persona, o no. No hay más.

Aunque, de hecho, las relaciones en sí mismas son un acto de fe. Cualquier persona que conozcas en la vida real te puede decepcionar y mentir, de la misma manera.

Cierto es que tiene sus peligros, porque le cuentas cosas de ti a alguien que no has visto en persona, sobre quien has depositado una confianza. A veces te planteas si la persona que está al otro lado es aquella con quien siempre hablas, si está sola o si le deja ver tus conversaciones a otro.

Es una cuestión de fe, como ya he dicho. Y de confianza, repito. Con el tiempo te das cuenta.

Entonces les decía que “gato-masculino-singular” porque “gata” me sonaba a “puta”. Y ahí finalizaba mi explicación.

Conocí algunas personas, casi todos universitarios. De algunos guardo gratos recuerdos, a los otros los borraría. Recuerdo a gente como Drazic que estudiaba en Evade. Un tipo majo. Al poco de conocernos, era su cumpleaños, y me decidí a quedar con él, en persona. Fue la primera persona que conocí “”FACE to FACE” en mi vida. Y fue una buena experiencia. Tanto, que repetí.

Cuando le vi, le llevé un regalo, incluso: el primer libro de la trilogía del “Señor del Tiempo”, “El iniciado”, de Louise Cooper.

El chico se quedó a cuadros. Me preguntó que porqué le había comprado nada… Es obvio, ¿no?. Era su cumpleaños y el libro me costaba 995 de las antiguas pesetas. En los cumpleaños se hacen regalos.

Entonces, al rato, me sorprendí yo. Me dijo que era tan fácil hablar conmigo en persona, como a través de la pantalla. Evidentemente, pensé yo. ¿No es eso lo normal?

Parece ser que no.

Lo dije una vez, y lo repetiré hasta la saciedad. No tengo porqué mentir. No se me ha ocurrido nunca mentir incluso a la hora de chatear.

Además, siempre me ha gustado mantener el mismo nick, por motivos de refuerzo de la personalidad: al otro lado de la pantalla, en ese mundo de bits y bytes, soy también un ente con su propia personalidad.

No he sido nunca amiga de ese jugueteo de cambio de nicks. Mi nickname es como mi carné de identidad, como mi nombre propio, eso que me diferencia de los demás. Lo registro allá donde voy. Respondo a mi nick como al nombre propio que figura en mi partida de nacimiento.

¿Por qué no iba a ser así, si no lo escogió nadie por mí, más que yo misma?

Poco más tarde de gato, empecé a utilizar Ysondra. Un nombre que hice de las letras de Yandros, personaje de la trilogía de Louise Cooper “El señor del tiempo”. Muy posiblemente haya hablado de esto también ya. Con sus letras generé un nombre femenino singular, y así nació Ysondra.

Ysondra caminó por el nescafib 5000 y 5001, Ysondra caminó por el lat.chat, Ysondra caminó por concha mud (Medina para los amigos), Ysondra caminó en Reinos de Leyenda I y II, en Banzais Mud, en Nexus Mud, en Final Realms, en Diablo, en Mu Online, el World of Warcraft, Ultima Online y tantos otros lugares.

Lo tuve en hotmail (y o perdí), lo tengo en deviantart, en blogspot, en gmail, y en el irc. Lo tengo en los foros que piso.

Y no lo cambio, porque vaya donde vaya, sigo siendo yo. Con las cosas buenas, y las cosas malas. Con lo que he dicho de lo que puedo estar orgullosa y de lo que no.

La red es un gigantesco baile de máscaras, en el que la gente cambia de nick como de calcetín (si no todos, unos cuantos). En cada sitio que pisan dejan una huella distinta. Yo, en cambio, insisto en dejar la propia en todas partes.

Llamadme friki, llamadme rara, pero estuve tiempo sin jugar en WoW y no obstante, no dejé de pagar la cuenta. Porque en cierta manera, dejar la cuenta de lado y permitir que la borren con el tiempo, era dejar morir una parte de mi.

Es una forma de pensar extraña, sí.

Pero son muchas horas dedicadas, muchos conocidos, muchas aventuras agradables (y alguna mala, pero bueno, eso es la vida). Me daría pena infinita dejarlo todo. Por eso no cojo más juegos, y cuando encuentro uno me instalo. Porque empezar de nuevo es muy cansado.

A veces me pregunto, cuántas veces no me habré cruzado con alguien que llevando nicks distintos fuera la misma persona. Y seguramente, muchas veces.

Dicen que mucha gente miente al otro lado del cable de red. Sobre quienes son, qué hacen, qué aspiraciones tienen, qué aficiones. Sobre su físico, sus inquietudes, su edad, su procedencia.

Por un lado me cuesta aceptarlo, que no entenderlo.

Entiendo que, una oportunidad así, de ser quien siempre has soñado, de venderte al prójimo como esa versión mejorada de ti mismo, es toda una tentación. Ése es el gran atractivo del que se nutren por ejemplo, los juegos online: el poder hacerte a ti mismo, como la visión de ese dios griego perfecto, de ese elfo eternamente joven.

Cirugía plástica buena, bonita, barata e instantánea.

Y si no te gusta, te haces de nuevo.

Para mí no hay mucha diferencia entre mi yo online y mi yo en la vida real. Uno trabaja de lo que trabaja y va de traje entre semana, y el otro tiene orejas puntiagudas y castea spells de noche y en los fines de semana, o postea en foros, o chatea. Pero todos son yo.

Deberíais leer “Snowcrash”. La visión de la vida real y la vida virtual, y “La Calle”, la ciudad donde tienen su casa.

Un día llegará en que la realidad virtual supere a la vida en el plano físico de manera que desconectemos para trabajar. O quizás ni eso.

Será una vida estilo Matriz. Quizás seas una sirena que extrae minerales en algún lugar remoto de la Luna mientras pasea tranquilamente por el fondo marino de una luna de Neptuno, todo virtual. Quizás seas un jedi que reparte pizzas mientras busca un sith de planeta en planeta. Quizás seas un ejecutivo agresivo que viaja en un deportivo de carreras con tres tías al lado una en cada asiento, mientras vendes fruta a través de una web.

Quien sabe...

Pero un día llegará que no se distinguirá tan bien lo ficticio de lo real y tangible.


(c) Imágenes de Michael Whelan // www.michaelwhelan.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Al hilo de lo que comentas, si yo no soporto los chats es precisamente por ese pequeño gran detalle que tú resumes prefectamente con "raudamente se acababa la conversación con la chica en cuestión, que seguía a la caza".

Es decir, me pone realmente nervioso, que sólo se pueda establecer una conversación (en los casos que 'eso' pueda llamarse conversar) con personas del sexo opuesto. Si por casualidad se confunden, ya se cuidarán de cortar la conversación lo más rápidamente posible.

En fin, igual son manías mías, pero los chats me parecen aburridos hasta el punto de no soportarlos. Igual soy yo que no los conoce lo suficiente, pero por de pronto ya me he desahogado :)