4/25/2006

Ponga Internet en su vida

Estos días he conversado a veces con l@s amig@s, sobre cómo ha cambiado Internet algunos hábitos sociales.

En honor a la verdad tengo que decir que los amigos que haya hecho en los últimos 6 o 7 años proceden mayoritariamente de la red, mi mejor amigo incluido. Aunque parezca mentira, la mayoría nos conocimos matándonos (virtualmente) on-line, y de ahí han surgido grandes cosas.

Entonces en algún momento te planteas que Internet tienen sus cosas buenas, claro: posibilidades mayores de conseguir información sobre cualquier tema que puedas imaginar, conocer personas de otro punto del planeta (en un mundo en el que el trabajo absorbe tanto tiempo), hacer amigos y (por qué no) encontrar pareja (el pasado domingo en casa de una amiga leí en un reportaje de la revista Glamour, que trataba sobre el auge de Internet como la panacea de la búsqueda de la media naranja).

¿Más ventajas de la red? Pues hombre, como no, el comercio electrónico (fraudes a parte). Hoy en día no hace falta salir de casa para consumir.

Yo en defensa de esto, alego que es la solución de la mujer trabajadora. Lo digo por mí misma que soy a la vez ama de casa, estudiante y empleada. Lo único que tengo que hacer es acceder a la página de mi supermercado favorito y hacer la compra on-line, que llega cómodamente a casa a la hora y día que haya determinado en el pedido.

De hecho adquiero on-line hasta las reservas de billetes de viaje, hoteles, alquiler de coches… Y últimamente me lancé a comprar libros en Amazon por el catálogo tan extenso que ofrecen. Hasta recuerdo haber comprado una foto de un piloto de la segunda guerra mundial (autografiada), que me mandaron desde Florida (firmada de origen en Australia). Impensable hace 10 años.

Veremos hasta dónde llega todo esto de las transacciones electrónicas con el asunto del DNIe.

En fin, que para mi alegría y quizás desgracia de alguien que pueda leer esto, incluso permite expresarse tranquila y cómodamente: se puede escribir una columna, un artículo, un libro, exponer una galería de arte, mostrar un corto hecho por uno mismo y quien sabe cuántas cosas más, y sin moverse un ápice de la silla.

A parte de todo lo anterior, decir que también estudio on-line.

El hecho de trabajar diez horas al día (9 en el mejor de los casos) implica que no tengo tiempo ni de respirar. Así que vamos, pocas cosas me quedan por hacer a través de la red. Dejando de lado las ideas que pueden pasar por la mente calenturienta de algun@s, a mí -por ejemplo- se me estaba ocurriendo hacerme rica on-line (que también es factible).

Y digo yo…

Si haces amigos on-line, puedes tener pareja on-line (de hecho hay unos cuantas parejas que viven en la distancia y aún así, SON pareja –lo cual hace replantearse un poquito el concepto de “pareja” hoy por hoy, pero ya lo dejo para otro post), estudiar on-line, trabajar on-line, comprar on-line, hasta ver la tele on-line (y siendo sinceros, descargar música y películas)… Llegas a la conclusión de que podemos hacer vida de cucarachas en casa. ¡Yuju!

Así que finalmente, acabas aislándote en tu fantástico piso de 40 metros cuadrados (con suerte, porque al precio que va el metro cuadrado de vivienda…), y curiosamente, esa herramienta que parece te abre las puertas al mundo y te permite conocer miles de personas que no hubieras conocido en otras circunstancias, es a la vez la culpable de que la gente se encierre cada vez más en sí misma.

Desde luego, im-presionante.

De la vida en general, y la pareja en particular

Desde aquí quiero dejar constancia de mi más firme queja ante la forma vilmente marketinera que tiene todo el mundo de venderte la vida.

Y digo esto después de haber recorrido algo más de la cuarta parte del camino que me queda, con lo cual deduzco que ya puedo hablar del tema con una cierta perspectiva.

Me explico:

Cuando yo era pequeña, le llenaban a una la cabeza de pajaritos: que si cuentos de hadas, que si el matrimonio, que si los culebrones, que si la felicidad de la vida familiar, blablabla…

Hoy en día, esto ya no sucede: los niños viven con la ( ciertamente cruel) realidad de la televisión y delante de su mundo virtual en la consola (no sé qué es mejor, pero bueno, ya en unos años discutiré del tema con mi hermano pequeño).

Así me encontré que con 15 años, esperaba llegar a los 30 con: casa, coche, marido y un proyecto de hijo (o dos). Y ahora mismo me veo con dos años menos de los previstos, cobrando algo cercano (jum…) a lo que esperaba, con un trabajo decente, un piso decente (ugh! debería definir a qué nos referimos exactamente con el calificativo “decente” hoy en día), sin coche, sin marido y (evidentemente) sin proyecto de hijo/s.

Y lo que es peor, tras casi dos meses trabajando en un edificio con otras 1.500 personas, me he dado cuenta de la cantidad de mujeres (imagino que otros tantos hombres) que viven a estas edades solas en sus pisos, como la cosa más normal del mundo y aclamando su independencia. Así que poco a poco empiezas a vislumbrar que lo "normal" tiende a ser la vida de “single”.

No, si a mi la independencia me parece muy bien...

A mis gatos también, que a fin de cuentas ya que no hay pareja en la que invertir recursos, van a tener un menú sibarita cada día (qué se le va a hacer, son mis "niños")... Probaré a darles Evian para beber, como a la gata de alguien que yo me sé.

Vale, sí… Independencia…

Pero, ¿y qué hay de eso de llegar a casa y que esté todo REALMENTE vacío? Y con “REALMENTE vacío” me refiero a que no se oiga un ruido, que llegas y no hay una luz encendida, ni nadie que te reciba (gatos a parte) y que cuando te levantas por la mañana no hay nadie con quien conversar, ni compartir el desayuno...

Algún energúmeno podrá pensar "no, si yo converso cada día: engancho el messenger y listo".

Pues qué tristeza haber llegado a este punto.

Y lo digo con propiedad, después de haber estado viviendo 10 meses con una persona que lo primero que hacía por las mañanas antes de decirte buenos días (creo recordar que no lo dijo nunca), era irse al ordenador y ponerse delante del IRC y el MSN... Enfermizo, vamos... Y lo que es peor: yo hasta llegué a considerarlo (dentro de lo que cabe) un hobby normal (hay que entenderlo, era linuxero el chico, y carnaza de seguridad informática –empecé a pensar que cualquier día me levantaba por la mañana y me veía la lavadora funcionando en linux, por dios...-).

Total, que un buen día te das cuenta que tu relación más importante no es como la de Bridget Jones con una botella de vino, no... Peor: es con una porquería de ordenador... Y la pareja es un accesorio.

Pse…

Creo que el mundo está cambiando muy rápido para mi gusto, y a pesar de que tecnológicamente va a mejor, hay una gran colección de cambios que no me gustan en absoluto, y desde luego en este cajón incluyo las relaciones interpersonales, y especialmente la de pareja.

Presentaciones

Imagino que esto empieza con una presentación:

Pues bien, (se supone que) soy una persona madura (?) de casi 28 años, aunque totalmente desquiciada y neurótica (el primer calificativo será aplicable por lo menos de momento, y durante lo que se prevé vayan a ser los próximos meses; y el segundo es crónico por lo que no tiene solución), que hará cosa de un mes y medio (casi dos) se trasladó a Madrid a trabajar (10 horas al día) en principio durante un mes únicamente (y parece que acabará llegando a junio en el mejor de los casos), buscando una mejora tanto personal como profesional (¡viva la ambición!); y que además acaba de cambiar de domicilio en Barcelona (inducida de forma totalmente involuntaria, pero qué se le va a hacer), tras haber aprendido que la vida en pareja no es la octava maravilla del mundo (por lo menos, no con según quienes).

Bueno, decir que salvando mi neurosis, mi estabilidad emocional que roza lo volátil (mi mejor amigo dice que vivo en una montaña rusa emocional), la ambición (y una codicia insana), una capacidad (razonablemente) elevada de contenerme antes de explotar y aniquilar a cualquier ser viviente que me moleste, y mi elevado pragmatismo y sentido capitalista, soy una de las personas más agradables, simpáticas y maravillosas del mundo (sí, en serio, de verdad).

A pesar de estar trabajando en algo relacionado con el mundo financiero, y acostumbrada a que por consiguiente se espere de mi que tenga hobbies serios como no sé, jugar a petanca, hacer punto de cruz y ser fan incondicional de algún equipo de polo, salí rana y en mis ratos libres me encanta jugar en MMOPRG’S (¿mande?), juegos online masivos de rol playing, como podría ser (¡un, dos, tres, responda otra vez!) Worlf of Warcraft. En sus orígenes jugaba a algo que se llamaba MUD, totalmente viciante de hecho (tipo de juego online de modo consola que necesita un terminal telnet para quedarte enganchada durante horas y horas y horas delante de la pantalla, sin gráfico alguno, donde la imaginación es la herramienta imprescindible).

Para quitarle un poco de temor al asunto (por aquello de la vinculación jugador de rol/katana) decir que no: no he matado a nadie con una espada (a pesar de que duermo con ella bajo la cama, y no será por falta de ganas) pero entiéndanme: es políticamente incorrecto y lo que es peor, está penado por la Ley (por lo menos a estas alturas del siglo, y en este rincón en concreto del mundo. No dudo que en algún país remoto de África o Ásia pueda ser algo totalmente normal –aunque probablemente sea más frecuente si cabe en estados Unidos, no descarto esta última posibilidad-).

También soy una cruza de ratón de biblioteca, me encanta leer, especialmente fantasía y “algo” de ciencia ficción (donde “algo” == Orson Scott Card), aunque últimamente me estoy decantando por leer también novelas históricas y/o biografías relacionadas con Asia oriental especialmente, y comics de todo tipo (americano, europeo, manga e independiente).

La única forma socialmente aceptable y libre de culpas (compro la carne en el mercado) de utilizar una herramienta punzante y/o cortante, la he encontrado en la cocina: ese fantástico refugio femenino donde se esconden maravillosos tesoros (la mayor parte de ellos elaborados a base de cacao, o harina, azucar y mantequilla en su defecto).

En mi entorno todo el mundo sabe que la siguiente ecuación es muy importante:

Yo + Mal Humor + Cuchillo + Mirada Asesina = Déjame tranquila en mi cocina

Así que al menos en esos momentos disfruto de la paz en un cubículo de 6 metros cuadrados (o algo así) que debe ser una versión en miniatura del hábitat natural de Karlos Arguiñano (reconozco que incluso hay días que se me pega aquello de los chistes malos).

Para quien pueda pensar que soy un muermo, decir que no.

Me gusta mucho ir al cine, y tengo la firme intención de en adelante ir más al teatro y ver más musicales. Fuí a ver Cats a Madrid y me encantó.

A pesar de las apariencias me encanta salir a bailar (cosa un tanto difícil últimamente porque tanto ajetreo Madrid-Barcelona me lleva loca), y para mí, nada mejor que el house, el trance y el progressive para desfogarme (increible, ¿eh?, ¡alguien hubiera esperado que fuera heavy-metal tras leer todo lo anterior!), aunque no por eso ando peleada con otros tipos de música.

Me gusta escuchar también ritmos latinos (salsa, samba, merengue,...), y estoy planteándome seriamente apuntarme a clases de baile. Así por lo menos hago deporte y me entretengo sin pisar el gimnasio (detesto los enjambres de entes en trajecitos chillones que más que hacer deporte estorban en el medio del camino cuando tú intentas hacerlo). En mis tiempos mozos practiqué artes marciales durante la friolera de 12 años. Había pensado volver a ello, pero ahora mismo no me apetece mucho, la verdad.

En cuanto a mis relaciones con el ecosistema global, me encantan los animales, especialmente los gatos (una prueba fehaciente de que soy buena persona: las buenas personas cuidan de los animales).

Si bien la gente en general (y algunas personas en particular) persisten en decir que son animales egoístas y solitarios, tras 27 años de convivencia creo que quienes insisten en tales afirmaciones no han tenido muchos felinos en su vida.

Con ellos comparto mis ratos de lectura, estudio (sí, a pesar de haber acabado hace años Empresariales, sigo estudiando buscando nuevos conocimientos con los que adquirir cultura general. Por lo menos es un tiempo bien empleado e invertido en mí misma), juegos y bueno, en fin, la vida misma. Los gatos son parte de la familia, ya saben: como los amigos, la familia siempre está ahí a tu lado.

Bien, tras una lectura rápida de estas breves líneas introductorias, diría que me ha quedado una presentación bastante decente y fiel a la realidad, y con esto me despido hasta el siguiente post.

4/24/2006

Hogar, dulce hogar (a veces)...

Bien, quién lo iba a decir que me acabaría apuntando a la moda del "blog".

En realidad no deja de ser otra página personal más en la que ir publicando ideas como antaño se hacía en una web propia cualquiera.

Si no recuerdo mal, la última vez que me entretuve en hacer algo parecido fue hace 7 años, cuando aun la gente utilizaba el Netscape como algo habitual, y con su editor di forma a mi primera web. Desde luego, mucho ha llovido desde entonces, pero hay una cosa que no cambia: mis ganas de parlotear.

¿Por qué demonios escribo un blog y no un diario, algo más privado? Pues no lo sé. Por un arranque de histeria y una falta de papel en el trabajo. Probablemente tenga más constancia aquí. Evidentemente, podría haber escrito en un .doc y el resultado habría sido el mismo, con la salvedad de que quizás a alguien pueda sentirse interesad@ por mis disertaciones.