1/22/2007

Cicatrices

(c) Terry Moore - Strangers in Paradise

Alguien me dijo una vez, que as discusiones y el daño que le haces a alguien es tan indeleble como una cicatriz en un árbol.

A esta persona se lo explicaron de una forma muy gráfica. Yo entendí la teoría del asunto, pero más tarde lo aprendí, como solemos hacerlo los humanos (y no es muy diferente del reino animal): ensayo – error.

Alguien le dijo a esta persona, mientras sujetaba un trozo de madera "¿Ves esta madera? Puedes coger un clavo y clavarlo en ella, y luego puedes sacarlo, pero la marca se quedará ahí para siempre. Puedes intentar tapar el hueco, pero siempre quedará una marca".

Cuando algo se rompe, cuando le haces daño a alguien, no importa lo mucho que te esfuerces, que el daño ya está hecho. Puedes recriminarte una y mil veces lo que hiciste, pero no puedes volver atrás en el tiempo, y no sirve de nada pensar “¿y si…?”, porque no vas a tener la oportunidad de tomar otro camino.

No dejo de pensarlo.

Muchas veces cuando pasa algo que no te gusta, tiras parte de tu tiempo dándole vueltas al asunto. Pero no tiene solución.

Muchas veces también crees que puedes arreglarlo todo, que todo tiene solución y que eres capaz de devolver las cosas a su cauce y hacer ver que no ha pasado nada. Es una tontería. Yo misma soy consciente de que sí ha pasado. Yo misma me siento diferente.

A veces algo sucede que hace que ya no sientas lo mismo por otra persona. No quiere decir que ya no la quieras más. Simplemente, que te ha hecho daño, u os habéis hecho daño los dos. Los dos os dejasteis marcas. Y por más que intentes borrarlas, una parte de ti está esperando que pase de nuevo.

Incluso llegas a disfrutar menos de la compañía del otro, porque estás vigilando, con la guardia alerta. Es muy cansado vivir así.

Quien sabe, igual las operaciones de cirugía estética también existen para el corazón. Si lo descubrieran, se forraban. O quizás eso de la segunda oportunidad es la operación de cirugía.

Hay cantidad de mujeres que se operan los pechos para tenerlos más grandes, y se piensan que la cosa es ir un fin de semana, cuando el marido está por ahí, o ellas dicen que se van de viaje con las amigas, se operan y listo. Angelitas… Una operación de ese calibre representa un montón de dinero, unos cuantos días de sufrimiento, un par de cicatrices más o menos disimuladas en función de la habilidad del cirujano, unas semanas de curas y un mes o dos de recuperación.

Nada es sencillo. Todo tiene un precio.

Esto me lleva a pensar también que muchas veces, para conseguir lo que queremos, tenemos que hacer un montón de cosas que no queremos para nada.

Yo hago un montón últimamente de esas. No es que me guste, pero mira… Es lo que dije antes, todo tiene un precio. La cuestión es si estás o no dispuesto a pagarlo. Pero no sé, desde hace un tiempo que a veces me cuestiono lo que hago, porque en ocasiones no me reconozco.

Hace tiempo ya que escribí aquella frase que define inteligencia: capacidad de adaptación. Y sí, eso es lo que hago constantemente…

Pero últimamente río, cuando de verdad querría llorar; mantengo la calma, cuando en realidad querría llorar… Intento hacer todo aquello que se supone que debes hacer: controlar las ganas de llamar, pasar un poco de la situación (o hacer ver que pasas)… Y es tan cansado, en serio, tan cansado…

Igual debería enfocarlo como un ejercicio de autocontrol. Estoy privándome de hacer todas esas cosas que desearía, sólo por hacerme valer. Estoy yendo de “dura” por la vida, cuando lo que de verdad quiero es esconderme en algún sitio y ponerme a llorar hasta reventar.

Se me hace muy duro tener tantos frentes abiertos a la vez: la carrera, el trabajo, mi vida sentimental… Mismo el día de reyes me desperté llorando y no pude parar hasta el día siguiente. Pero tengo que hacer ver y demostrar que siempre soy la fuerte. Me desgasta.

Todo el mundo dice que porqué no dejo de pensar, que porqué no vivo… Joder, si supiera cómo, ya lo habría hecho.

Tengo un montón de tópicos de esos que te meten en la cabeza a presión desde pequeño, dando tumbos, como el de “segundas partes nunca fueron buenas”. Igual lo escribió algún imbécil frustrado, de estos que se dan por vencidos a la primera. Un perdedor.

No sé.

Muchas veces me quedo pensando de qué va todo esto y qué carajo estoy haciendo con mi vida. Siempre estoy luchando por lo imposible. Igual para mí todo es una cuestión de ganar o perder y de “mis cojones”.

¿Puedes intentar salvar algo, por tus cojones? No sé tirar la toalla, yo sólo sé luchar hasta el final… Hasta que no me quedan fuerzas para seguir adelante o ya veo que he hecho todo lo que podía hacer.

Yo no sé aceptar un “no” por respuesta. No sé aceptar una derrota. No sé perder. Ya sé que a nadie le gusta, pero es que yo no lo tolero. No tolero dejar la cosa a medias. Tengo que llegar hasta el final. Qué felicidad la de la gente que vive sin preocupaciones.

Me dicen que porqué no tiro la toalla, si al final no voy a conseguir nada… Pues porque no me perdonaría que llegara mañana y despertarme pensando que hubiera pasado si hubiera seguido luchando. No. Prefiero haber luchado tres años por algo, y que no funcione, a vivir una eternidad con el “y si” a cuestas.

Me pasa con todo, con el trabajo, con la universidad… ¿Con las parejas?

Supongo que por eso, cuando acabo con alguna es porque realmente ya no hay anda que hacer. Cuando agoté absolutamente todos y cada uno de los recursos que creí tener a mano, y con toda mi paciencia, hasta que no haya nada.

Y entonces, ¿qué es lo que pasa cuando me dejan? ¿Lo que me molesta es que me han dejado? ¿Cuándo lucho, es porque aun quiero a alguien, o es porque no acepto perder? Igual es una combinación de las dos cosas.

Vale, estoy completamente loca.

Imagino que de todo sacas algo positivo. He aprendido a tener más paciencia, a controlar mis sentimientos algo más, a controlar mis reacciones en público y a llorar a solas. He aprendido a hacer exactamente lo contrario de lo que mi corazón me dice que quiere hacer, para conseguir lo que quiero… Pero a veces, cuando me paro en el camino, me miro, y no me reconozco.

Aprovecho para dejar una poesía que me han enseñado hoy, para que medite un poco, y me ha gustado mucho. Por eso, y aun a riesgo de que le enviaran a paseo, gracias.

Este poema se atribuye a Jorge Luis Borges. Independientemente de que así sea o no, lo bueno es el mensaje, por lo menos para mí.

Instantes

Jorge Luis Borges

Si pudiera vivir nuevamente mi vida.
En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido, de hecho
tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría
más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería
más helados y menos habas, tendría más problemas
reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente
cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener
solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro,
una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas;
Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres
y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo.