12/06/2009

¿Por qué es tan importante internet?

Parece mentira que hace algo más de diez años, aquello que empezó como un primer contacto que quedó abandonado en forma de una cuenta de email, fuera el preludio de una parte tan importante de mi vida.

Claro que en aquel entonces, con mis aquellos rudimentarios conocimientos del inglés, "Hotmail" me sonó bastante raro y ahí se quedó la cosa, sin utilizar. El caso es que la red quedó olvidada un año por ahí, y no fue hasta un poco más tarde que me planté a ver qué era eso de internet con más propiedad.

En los albores de mi uso de la red, tampoco tenía mi "personalidad digital" definida, así que el primer nick que me vino a la memoria fue "gato" (qué original), "Ender", y alguna vez un diminutivo de mi nombre, que usaba Montse a menudo "tam tam".

Yo no sabía nada de ese mundo de ceros y unos que flotaba en algún lugar más allá de mi cabeza. Porque a veces uno se pregunta exactamente dónde está internet. Es como cuando le hablo a los compañeros de trabajo que no se defienden con el ordenador y les digo que su backup de datos se guarda en un servidor y entonces hay que explicar esos conceptos y te quedas... Jum... Es casi como explicarles que existe el Cielo. Complicado (solo que yo puedo creer con más facilidad en la Red que en el Cielo).

Un día se aventuró por Barcelona en uno de sus viajes un velero escuela de Uruguay, el "Capitán Miranda", y conocí un chaval bastante majo con el que me lo pasé bien charlando. Pero claro, está difícil enviar cartas a los barcos, vete a saber cuándo llegan. Y me dice... "¿Tienes email?" Y pensé... Ah pues tenía una cuenta de Hotmail por ahí perdidísima (si es que aun estaba activa, cosa que yo no sabía que se podía perder). Me dejó la dirección de correo que utilizaban y yo prometí escribir.

Pero estamos hablando de un tiempo en el que internet no estaba en casa de todos, ni era de tan fácil acceso, ni era tan "barato" como ahora. Entonces los que tenían acceso eran casi siempre estudiantes de la universidad, o trabajadores de organismos oficiales o públicos, y las empresas. Los que no teníamos internet en casa nos aventurábamos a un cyber café. Tampoco existía el Easy Everything todavía en Barcelona.

Había uno de esos en la Gran Vía. Tuve que estar preguntando por ahí cómo llegar.

No tengo ni guarra de lo que yo pensaba en aquel entonces que sería un cyber café. Me esperaba algo al estilo "Tron", qué sé yo. Cuánto daño han hecho los efectos especiales a las concepciones y esperanzas del gentío de lo que la informática puede hacer por uno.

El caso es que llegué al cyber, y era eso: una cafetería con cuatro o cinco ordenadores, y estuve mareando al chaval para que me ayudara a hacerme una cuenta de mail, porque cuando me puso delante del PC sin haber accedido nunca a la red por mi misma, me sentía completamente perdida.

¿Qué esperaba que fuera internet? No tengo ni idea. Me parecía un concepto mágico, ¿no? Quiero decir, vamos a ver, yo me pongo delante de una pantalla, escribo un texto, le doy a un botón, y una persona que está a miles de kilómetros de distancia, perdido en el medio del océano, flotando sobre la superficie del mar, lee mis palabras y puede responderme. Y no es que me vaya a llegar dentro de tres meses la carta, no... Es que igual me llegaba en dos días, porque mi amigo no veía el correo cada jornada.

Desde luego, internet es magia.

Imagina por un momento el fenómeno internet en la época medieval. Era brujería fijo, que es el calificativo que servía para explicar todo aquelloinexplicable que la mente del momento no podía comprender. Lo que no se puede comprender da miedo, y hay que terminar con ello, hay que ponerle freno, antes de que se salga de madre, antes de que provoque problemas, antes de que la gente se cuestione cómo y porqué.

Parece mentira que setecientos años más tarde, la humanidad no haya aprendido nada, y haya zonas de la Tierra que aun vivan en la Edad Media. Algo que me parece tan sorprendente a mí, pero que es el día a día de muchos otros, para quienes nosotros somos lo brujos heréticos que hay que exterminar.

Es increíble que seres tan dispares convivan bajo el mismo cielo, ese cielo que también cobija ahora a internet.

He ahí mi primera experiencia como cibernauta: el envío de un mail

Pero cuando llegas a la facultad y tienes mucho tiempo libre, tienes varias opciones: o vas a clase a aguantar al profesor pelma de turno, o te vas a hacer campana al bar, o te vas a hacer campana a la playa a tomar el sol, o te encierras en la biblioteca a leer o a trastear con los ordenadores. Así que yo, obviamente, acabé en la biblioteca -mi paraíso personal-, rodeada de ordenadores y libros, como debe ser.

Porque uno se pregunta... ¿Y hace algo más internet a parte de enviar emails? Alguien me dijo que en la red podía encontrar todo lo que quisiera. ¿Qué quería yo en aquel entonces? Quería conocer gente, para conversar, para aprender, para pasar el tiempo. Y acabé en los chats. Pero no estos chats raros y modernos donde la gente habla de sexo más que de cualquier otra cosa, y donde la primera pregunta es si eres chica, y la segunda es qué ropa llevas, y a tercera es si quedamos y follamos un rato. No. Eran chats telnet de estudiantes.

Yo acabé, concretamente, en el nescafib, que era un chat de la UPC (Universidad Politécnica de Cataluña), y ahí pasé muchísimas horas conversando con el personal. Hay gente a la que me gusta recordar, y otra que prefiero que siga enterrada bajo el polvo cerebral que en algún sitio tiene que acumularse dando lugar al olvido. Y después eso nos llevó a los muds, y a los juegos online...

A la par descubrí que internet no era solo la posibilidad de mandar cartas y de chatear. También podías buscar cosas... ¿Qué cosas? Lo que tú quieras. Es el paraíso de cualquier persona curiosa, puedes buscar todo tipo de información, puedes aprender sobre cualquier tema que te de curiosidad, puedes absorver información. De hecho, hay tanta información que el peligro es perderse en su inmensidad y saturarse, con la consiguiente criba y contraste.

¿Por qué hay tanta información? Porque alguien la publica, porque alguien se molesta o se preocupa en compartirla, y en legarla. Y, ¿es ese alguien una paersona en concreta? ¿Le gestionan? ¿Le auditan? ¿Contrastan los hechos que publica de alguna manera para comprobar que son veraces? Y la respuesta es: "No" (al menos no en occidente, el mundo moderno, la tierra de brujos que merecen ser quemados por la Inquisición del mundo subdesarrollado o pasados a cuchillos como herejes que postulan blasfemias).

O sea, que si yo tengo un acceso a internet y una página web, o un blog, o un lo que sea que permita exponer mis ideas a los demás, compartirlas, ¿puedo escribir lo que me de la gana?

Y la respuesta hasta hoy era: "Sí". Y así debería seguir siendo.

Esa es la grandeza de internet, más allá del envío de un simple mail, que hasta que descubrí el CC y el CCO, lo utilizaba únicamente para comunicarme con personas puntuales cuya dirección digital que conocía de antemano.

Pero la red, está abierta veinticuatro horas al día, todos los días, incluídos los festivos, sea el año o no bisiesto. Si yo tengo un blog, o un facebook, o una web o cualquier tipo de publicación digital, mi voz tiene eco y llegará hasta ti sea la hora que sea, estés donde estés, mientras tengas un punto de acceso a internet. Y si puedes, y quieres, podrás reponderme y yo lo veré, y mientras el sitio sea de dominio público lo verán otras personas que a su vez pueden hacer eco de nuestras palabras en su voz, y las compartirán tal vez en la otra punta del mundo.

¿No es sorprendente?

¿No es maravilloso?

¿Recuerdas aquella gente, o tal vez tú lo hayas hecho por tu cuenta para ver qué pasa, que marca un billete en un bar cuando va a pagar, para comprobar si ese billete vuelve alguna vez a sus manos? Internet gira muchísimo más rápido que ese billete. Además, ese billete corre el peligro de que alguien lo guarde para coleccionarlo, o que lo tire, o que lo queme o que se extravíe de mil formas diferentes.

Sin embargo, internet está siempre allí. O eso debería. Porque cualquier persona que tenga la necesidad de comunicar y contribuir con sus pensamientos al resto de la soiedad, debería tener el derecho de hacerlo. Está claro que siempre hay un porcentaje de desviados, pero mientras no le hagas daño a nadie, tienes el derecho o deberías tenerlo, de publicar.

Ah, el peligro del concepto de "daño", tan sutil y tanto dará que hablar.

Yo hablo de daños físicos o morales, pero no son los que importan no, hoy en día los gobiernos están más preocupados de los daños económicos a las empresas y corporaciones, que de otro tipo de problemas. Porque señores, es el dinero el que mueve el mundo y si para que el dinero siga moviendo el mundo, hay que castrar a las ideas y circulen solo las pocas que están supeditadas a unos privilegiados que se asocian y reclaman todos los derechos para sí, las castramos.

Todo evoluciona. Todo lo que está vivo. Incluso la red, que aunque es digital está compuesta de millones de usuarios que como yo (y muchos con mayor acierto y ventura) escriben y publican.

Antes los contenidos eran más estáticos. Mi primera web la diseñe con el Composer de Netscape, parece que hace eones de aquello y me quedó algo bastante digno, aunque no recuerdo dónde murio mi site. Hoy en día no me atrevería a diseñar una web de nuevo, debido a la cantidad de programación que hay que utilizar para que quede algo decente y bonito como lo que tengo en la cabeza. Mis conocimientos no dan para eso.

Después descubrí las comunidades, los foros, y ahora hay páginas cuya función principal es poner gente en contacto como las redes sociales.

Asombroso el poder de convocatoria de las redes sociales.

Este post es una reacción al embrollo que nos ocupa a los internautas desde que vinieron a trastear con el "Anteproyecto de la Ley de Economía" aquí en España, que facultaría a un organismo dependiente del Ministerio de Cultura a "confiscar" una web por publicar contenido amparado por el copyright. A confiscarla, borrarla e incluso cortarte el acceso a la red. Ni siquiera lo designaría un juez, lo haría un quien-sabe-quien perteneciente a una comisión dependiente de Cultura.

Puedo entender que sea ilegal la piratería, difundir previo pago canciones y películas, pero yo también utilizo la red y sigo comprando libros y videos. No, no compro música. Porque no es algo que me motive. Tampoco tengo tendencia a descargarla, si bajo algo es muy puntual y generalmente mixes de trance de canciones que en España ni se sabe que existen.

Y si descargo una película es porque no la encuentro para comprarla, o porque es demasiado mala como para pagar por ella, o porque me da palo bajar a la tienda. Sí, sí: por vagancia.

Señores de la SGAE: ¿Quieren que compre música? ¿Quieren que compre más películas? Pues bajen los precios. Que me parece una usura lo que hay que pagar incluso por una canción que se descarga. No tengo mucha idea de a cuánto se vende una canción que se descarga de una web "oficial". Pongamos un euro. Eso quiere decir que si un CD lleva 12 canciones pago doce euros, cuando quizás en la tienda el mismo ejemplar me valdría 18. Y de ahí en más en función del packaging. De esos doce euros, ¿cuánto va a parar al autor?. A la distribuidora ni me lo planteo, porque al ser digital hay muchísimo dinero que se ahorra en el camino. Sin embargo, a pesar de ese ahorro, yo sigo pagando mi euro invariablemente.

¿Por qué no compro libros digitales? Por lo mismo. Porque si un libro me cuesta 24 euros, y lo descargo de una web, lo más que me voy a ahorrar son tal vez seis euros. ¡SEIS EUROS! Y eso que aquí estamos solventando la tala de árboles. En el camino del libro digital se han apeado: el papel, la tinta, la distribución, la venta, la bolsita de plástico en la que me lo van a poner, y el sueldo de un montón de personas. ¿Y todo eso se resume en seis euros? Aja. ¿Y los dieciocho restantes, cómo los reparten?

Internet es el "boca a boca" más grande del mundo. Yo escribo esto ahora y si fuera un top ten de leídos, mañana lo conocerían miles de personas 8que no es mi caso, pero sí el de otros tantos escritores).

Si estamos contentos, lo expresamos. Si estamos tristes, lo expresamos. Si estamos indignados, lo expresamos. Si queremos quejarnos, nos organizamos.

Y todo eso en un suspiro.

El manifiesto "En defensa de los derechos fundamentales en internet", nació el 3 o 4 de diciembre de 2009, no me fijé exactamente en la fecha. Yo me anoté el viernes día 4 había unas cuarenta mil personas apuntadas antes de las caminatas propuestas para las ocho de la tarde del ese mismo viernes. Hoy son las siete de la mañana del domingo seis de diciembre, hay 131.992 personas que se han unido para reivindicar el mismo hecho. Llevo despierta desde las cinco de la madrugada, en ese momento había 131.815. Casi doscientos individuos más.

Esa es la grandeza de internet que se esparce como un virus. Mientras yo duermo, la gente comparte ideas. Mientras yo duermo, la gente se organiza y comparte ideales. Mientras yo escribo la gente también escribe y reivindica. Mientras miramos la televisión y estamos de copas, alguien tiene una nueva idea y la comparte. Esta idea puede haber dado la vuelta al mundo para cuando yo llegue de comer, y conecte el ordenador a la red.

Me niego a que me quiten este derecho a expresarme, a pensar, a compartir.

Porque a fin de cuentas, si no fuera por el "boca a boca", muchísimos libros se morirían de asco hoy en día por culpa de editores incompetentes. Por el mismo motivo, tantos otros autores habrían muerto en la misería y no habrían llegado nunca a publicar una novela. Cientos de películas habrían sido un fracaso. Y como eso, tantas otras cosas.

El "boca a boca" no es malo. Copiar no es malo. Difundir no es malo. Yo he prestado libros a amigos. Entonces, si mi libro ha sido leído veinte veces sin pagar el cánon, ¿soy una criminal, porque veinte personas han dejado de comprar por mi culpa? ¿Y los amigos que me han dejado CDs o películas? ¿Por qué nadie les da las gracias, pues debido a que compartieron conmigo una obra, yo la adquirí después también?

Solo mueren las malas ideas, y los roductos basura o mediocres.

No creo que intentar defender obstinadamente los "derechos de autor", sea motivo suficiente para cortar a nadie el acceso a la red y privarle de comunicarse y expresarse en internet.

Y si ya se ponen con esas. Pues oiga: detenga también a todos los que prestamos libros y no trabajamos en la biblioteca.

Me niego a que alguien como ellos me prive de escribir, pensar o debatir. Me niego a que me priven compartir.

Son las 7.21 am. Habrá faltas de transcripción. Las dejo para otro día, que ahora es momento café.

No te olvides:

*** Deja tu firma: Petición online.


*** Únete al grupo de Facebook: Manifiesto "En defensa de los derechos fundamentales de internet"


*** ¿Tienes un blog? ¿Una web?

Haz eco de la fantástica situación de lo que puede ser internet en España en el futuro. Porque hoy se animan con "los derechos de autor" y mañana te prohiben que pienses.

Gracias.

Manifiesto “En defensa de los derechos fundamentales en internet”

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial – un organismo dependiente del ministerio de Cultura -, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.


*** Deja tu firma: Petición online.


*** Únete al grupo de Facebook: Manifiesto "En defensa de los derechos fundamentales de internet"


*** Ya escribiré otro día con ganas, pero a veces me las quitan a patadas. Qué a tiempo se me dio por volver a leer "Un mundo feliz", "Farenheit 451" y "1984".

¿Tienes un blog? ¿Una web?

Haz eco de la fantástica situación de lo que puede ser internet en España en el futuro. Porque hoy se animan con "los derechos de autor" y mañana te prohiben que pienses.

Gracias.

12/02/2009

Silencio

Ausencia de emociones, ese vacío, esa nada. Sensación de extrema quietud y calma.

Cuando los sonidos no llegan al cerebro, porque no surgen o porque los veda. No los registra.

Impresión de ficticia sosiego, impresión de alienación y desesperanza.

Mentira. Negación de todas las cosas que callo y que callas.

Sonrisa. La máscara a través de la que te miro y me miras.

Silencio. Falsa apariencia de paz, tras la cual el corazón se desgarra.

Descuida.

Este silencio no lo romperán ni mi amargo llanto, ni mis doloridas lágrimas.

12/01/2009

Quiero hablarte de amor

Quiero hablarte de amor, a ti, que no me conoces apenas, para quien soy una desconocida más en un océano repleto de voces que hablan al infinito a pesar de que nadie las escuche.

A ti, que quizás llegaste a mi orilla por error.

Quiero hablarte de amor, a ti que apenas te conozco y aun así me inspiraste desde el primer día que te vi, o a ti que no sé quien eres pero cuyas ideas me iluminan cada día.

Quiero hablarte a ti, que me has ayudado tantas veces, sin darte cuenta, o a conciencia, porque con tu apoyo superé los baches que se han ido poniendo delante de mí con el paso de los años.

Y darte las gracias por ayudarme a regurgitar la oscuridad y la amargura que me devoraban, hasta que la purga me ha permitido hablar de cariño y esperanza, sin perderme en la desgracia y el dolor.

A ti, que me escuchas y lees mis locas historias que evolucionan con cada cosa que vivo, con cada cosa que vives y me cuentas, y que yo escucho, transformo y moldeo para que sean parte de mí misma.

A ti que me enseñas, que me tienes paciencia, y que me inspiras.

Porque ya no siento rencor, y lo único que tengo ganas de hacer es escribir una bonita historia, aunque me de miedo que el resultado final no llegue a parecerse siquiera remotamente al brillante paisaje que guardaba en lo más profundo de mi alma.

A ti, que sin saberlo, te apasionaba la arqueología, quiero hablarte de amor desde ese corazón olvidado que encontraste por ventura.

LIBRO - "La noche de los tiempos", René Barjavel


Esto no es un post crítico sobre la obra, si no más bien trata sobre lo que este libro significa para mí, así que es bastante más personal de lo habitual. Pero si quieres saber más sobre la historia aquí hay un link interesante: http://es.wikipedia.org/wiki/La_noche_de_los_tiempos

Verás, siempre llega un día en la vida de todos en que nos cuestionamos cuan poco conocemos a alguien. A mí a veces me pasa con mis padres.

A veces me quedo dándole vueltas a que a pesar de la cantidad de años que llevamos juntos pero no revueltos, nunca les acabo de conocer. Tal vez ha sido en gran medida una falta de interés por mi parte. O tal vez sea algo normal, por la diferencia generacional, o el rol de cada uno en la familia.

Es posible que a más tiempo transcurre y más mayor me hago, tomando las riendas de mi vida, que se faciliten las vías de comunicación en tanto que ya no les hablo tanto como hija, si no como otro “adulto” más, cuyas ideas merecen un respeto y no están supeditadas a su escrutinio continuado, velando por mi crecimiento.

En Uruguay es muy frecuente tener dos nombres, en mi familia todo el mundo los tiene, hasta mi hermano (que se salvó de llamarse Paolo Salvatore, para llamarse Paolo Ivan, aunque mi padre también intentó que se llamara Atila… En fin…). Por eso yo me llamo Tamara Eléa. Tamara, por una bailarina de ballet ruso. Eléa por un personaje de un libro de ciencia ficción.

Uno podría pensar que con lo que me gusta devorar historias, a los veintiocho años ya habría leído la novela a la cual le debo la cuarta parte de mi nombre. Bueno sí, claro, uno podría pensar, y no habría acertado.

Es uno de esos libros que no sé porqué siempre me ha dado palo comenzar. Quizás un poco por llevar la contra, ¿no? Si tu padre te dice no metas el dedo en el enchufe, lo metes, y si te dicen no hables con Fulanito, conviertes a Fulanito en tu mejor amigo. Cosas de críos.

Pero hace dos años metí a Barjavel en mi bolso y dediqué mi tiempo a leerle, esta vez sin prejuicios, y me enamoró.

Es entonces cuando me di cuenta lo poco que conozco a mis padres, esas figuras autoritarias, que a veces te dan alegrías tantas como disgustos, que han tomado decisiones por mí en mi vida que no me han gustado un pelo, a los que he hecho felices y he preocupado tantas veces (y las que quedan).

Esas personas que se encargaron de educarme, de la mejor forma posible (bastante bien he salido, creo yo xD), y de enseñarme a pensar por mí misma, que se negaron a bautizarme en su día para dejarme elegir mañana qué religión quería, que se pelearon en el colegio porque no me obligaran a ir a catequesis, y que también se negaron en redondo a agujerearme las orejas y plantarme unos pendientes, porque según ellos era mi cuerpo y qué derecho tenían de agujerearlo sin consultarme.

Esas personas, que por las noches me leían libros y cuentos, que me obligaron a tragar cantidades industriales de comida que no me gustaba un pelo, empezando por las espinacas y terminando por los lácteos. Suerte que mi madre descubrió tarde los sesos y el hígado, afortunadamente.

Esas personas que se esforzaron tanto para que yo fuera diferente a la media, alimentando siempre mi imaginación, dándome cochecitos de carreras además de muñecas y juegos de construcción, y que –gracias a dios- jamás me intentaron vestir como si fuera un batido de fresa, con el rosa hasta las bragas.

Pero claro, eso es lo que yo conocía, junto con algunas viejas historias de Uruguay.

¿Cómo no se me ocurrió antes leer aquel libro?

Muchas veces, cuando alguien es importante para mí, me gusta saber (si es que lee, cosa muy probable, porque si no lee es difícil que esté en mi grupo nuclear de amigos) cual es su libro favorito. Porque un libro es como una pintura, siempre destila sensaciones que te hacen adentrarte más y conocer algo mejor al otro. Intentas averiguar a través de esa historia a la otra persona, intentando comprender qué es lo que le gusta de esa historia o poesía.

Y si tantas veces lo hice por un amigo, ¿por qué fui incapaz hasta tan tarde de hacerlo por mis padres?

Así que un día me planté con “La noche de los tiempos”, y no solo lo leí, lo devoré, y lo disfruté, y me emocioné, y lloré a mares. Por la historia, y por mis padres, de quienes aprendí tarde (pero más vale tarde que nunca), que una vez fueron jóvenes, idealistas y estuvieron enamorados. Porque para ponerme un nombre salido de ese libro, y de ese personaje en concreto de entre los cientos de libros que teníamos en Uruguay, había que ser joven y estar enamorado, y pensar que siempre puede haber un mundo mejor.

Solo que el mundo cambia y nos hacemos mayores, topamos con la realidad que muchas veces chafa los sueños, y provoca las separaciones, y los divorcios, y los perdones. Todas esas cosas que no entiendo. Y me pregunto quien soy yo para juzgar su historia, yo que tantas veces pensé que nunca se quisieron y descubrí a los veintiocho años, que hubo un tiempo en el que se querían con locura.

A veces lamento ser mala hija, tan desagradecida e impermeable, y haberles prestado menos atención de la que se merecían. Suerte que ahora que soy adulta, puedo hablar con ellos de otra manera, más próxima.

Y aunque no se lo he dicho en persona, les doy gracias por haberme regalado una historia tan maravillosa. Fnac también le da las gracias por contribuir indirectamente a mis aportaciones mensuales a los sueldos de los empleados de la Illa.

Tengo que hacerme con otro ejemplar de “La noche de los tiempos”, para la posteridad, y visitar por lo menos una vez al Sr. Barjavel para dejarle flores.