6/02/2006

Ingeniería social, Snow Crash y otras inquietudes

Buenos días.

Ya estamos aquí una vez más.

Por cierto, ayer me di cuenta que estoy en las primeras posiciones de Google al buscar mi nombre… Qué impresionante xD

Me hizo mucha gracia verlo. Hace siete u ocho años, cuando se me daba por rastrearme y ver qué había dejado tras de mi, no había nada de interés.

De hecho como no había linkado la página a Google, esperaba que no fuera a salir.

Anyway...

Tengo tanto sueño que un oso perezoso a mi lado estaría activo… Ayer por fin, conseguí tener adsl en casa, y a la noche Grunttt y Lemon me arreglaron el pc para disfrutar en él de imagenio. Una gozada.

Creo que me fui a dormir a la una de la mañana así, sin más. Después de ver capítulo y un cacho de “Sexo en NY”, “Los caballeros del zodíaco”, los dibus de Star Wars y no sé qué cosas más. Hasta vi cortos viejos del Mickey. Me llegan a poner Super Ratón y ya soy feliz del todo.

**** Inciso: Si quieres echar a un hombre de tu casa, deja puesto el canal Cosmopolitan. Huyen como si les siguiera el diablo. Imagino que para el efecto contrario, hay que sintonizar Eurosport o similar.

Dios estoy tan dormida que me cuesta escribir. Lo peor de dormir poco ya no es el dolor de cabeza, es cómo te molesta la luz en los ojos, y mirar la pantalla es un suplicio. Supongo que después de 4 o 5 quilos de café se me pasará.

Resultó que al final el técnico no había configurado bien el router y tuvieron que hacerlo Grunttt y Lemon a la noche mientras yo preparaba unos spaghetti carbonara en una olla de tamaño irrisorio (que viene a ser 18 cm, de diámetro por 8 de altura) si tenemos en cuenta lo largo del spaghetti… Un show.

A ver si se piensan que mi batalla con el bacon era menos ardua que la suya con el router. Que ahí estaba yo peleándome en dos frentes con los spaghetti que no cabían en la olla y el bacon que no se quería tostar en la sartén y que vomitaba aceite caliente como si fuera un geiser o tuviera complejo de volcán.

Pero ahí mantuve el tipo, espátula en mano, y conseguí hacer una carbonara (más o menos) decente.

Como diría Sirio, tengo buenas tiradas cuando entro en la cocina.

Ayer me dio un bajoncillo de nada y tenía a Sirio al msn en casa (ya no tengo que tirar de móvil, ¿no es fantástico?) y me dice “tia lee tu blog” te pasas el día haciendo cosas, tienes un piso, un buen curro…

Ya pero los bajones existen. Imagino que el amor es como todas las drogas, cuando te dejan sin la tuya pasas el síndrome de abstinencia. Una vez has pasado el mono, ya está. La cosa radica en no recaer y volver a engancharse (así que según esto es mejor no verle más).

Me estuvo pasando tiras cómicas del WoW, y me encantaron. Yo conocía la de “fusionada con el infinito”. Me estuve riendo de lo lindo.

Tengo el finde bastante completo, esta tarde tertulia, cena, cine y no sé si salir después del cine. A lo mejor paso por el cyber a saludar. Sábado de cocinitas, lavadora, arreglar la casa y tarde de WoW con un conocido de Turquía que mañana deja de jugar ya. Quizás salir un rato por ahí luego. Domingo de dormir, ir al mercado a recoger mi invitación para el Salón del Cómic, preparar bolsa para Madrid, merendola con Satyro y dibujitos animados.

Más o menos relajado. Por lo menos ya voy haciendo agenda para julio también (2 barbacoas).

En fin.

El chico que me puso el adsl en casa resultó ser cubano, y estuvimos disertando un rato al respecto de la inmigración, después de que yo rememorara una calurosa tertulia con Montse al respecto. Ahora no tengo ganas de transcribirla, pero bueno se resume en “ellos ocupan puestos de trabajo que tu no querrías ocupar por el precio que ellos tienen que hacerlo”.

Vamos… Ni que se fuera a poner a recoger tomates y repartir bombonas. Seamos serios. En Montmeló, en la F1 vi un montón de chicos recogiendo los papeles que la gente tiraba al suelo, y tirándolos en la basura. Vamos, hombre… Seriedad. Ahora va a resultar que todos los nacionales querrían hacer ese trabajo por un bocadillo como jornal. Aro, aro.

Bueno, este no es el caso. Y mira que llevo un café ya. Me cuesta centrarme.

Últimamente habito en el blog de Jon a ratos, está divertido, tiene un amigo muy interesante que ameniza las mañanas. Ahora Jon ya no tendrá Internet por las mornings, así que actualizará menos (si cabe) aun y tendré menos tertulia matutina.

Anyway…

Tuvimos una charla muy interesante sobre la amistad, la vida online y la vida offline, que en algún momento recopilaré y postearé con las cosas que me dejé en el tintero.

Una de las cosas que se comentó fue que (evidentemente) en una relación de amistad compartes cosas. Tú aprendes de los demás y ellos de ti. Me quedé pensando en la cantidad de cosas que aprendí yo con mi ex, sobre seguridad informática y tal.

Antes de que cortáramos le había regalado el reloj ese de las narices en binario, y para Sant Jordi (en Cataluña celebramos el 23 de abril como día del libro y Sant Jordi, que además es una especie de día de los enamorados a la catalana) le había comprado un libro de Kevin Mitnick, reputado ingeniero social. Le regalé The art of Intrusion. También había encontrado en amazon Takedown, el libro pseudosficticio que narra como cazaron a Mitnick en EEUU cuando pusieron precio a su cabeza.

Tuve el buen sentido de no darle los dos libros a la vez y al final me lo quedé yo porque estaba descatalogado. Los otros de Mitnick ya me los compraré porque están interesantes.

A mi el tema de hacking, cracking y similar me llama la atención, pero solo eso. No soy programadora. Pero en cambio me encanta la vertiente psicológica del asunto: la ingeniería social. Mal definida y de forma rápida (por una profana) viene a ser el arte de conseguir de los demás lo que deseas, engañándoles y manipulándoles.

Donde yo trabajo dan mucha importancia a la seguridad, y no me extraña, cualquier empresa decente debería hacerlo. De hecho, cualquier persona decente también y más en los tiempos que vivimos.

Supongo que más o menos todos en mayor o menos medida hemos hecho uso de la manipulación ajena. La diferencia es que algunas personas son brillantes en este sentido, o avispadas, o carismáticas.

Recomendaría los libros de “The Arto f Deception” y “The art of Intrusion” de Kevin Mitnick, y “El gran juego” de Carlos Martín Pérez. Imagino que deben haber muchos más, pero son los que conozco y yo recién estoy entrando en tema. También son dignas de admiración las biografías de algunos estrategas.

Como estoy un poco intoxicada de dragones, estoy empezando a leer más biografías, y buscando nuevos campos literarios.

El caso es que, como ya indiqué, tengo un especial imán para informáticos locos, telecos y otros bichos del estilo. Pero son gente que me gusta y me parecen interesantes, no sé porqué. Por eso supongo que me llevaba bien también con él. Compartíamos algunas aficiones.

A él le encanta la seguridad informática. Es de esos que va a todos los congresos que puede y los disfruta. Y pasa muchísimas horas delante del PC y ahora más, supongo.

Durante los primeros días tras la ruptura tenía fobia a los ordenadores. Estaba por largarlos al pedo a todos. Siempre hago lo mismo, cuando algo no me gusta, lo rompo. Cuando algo se acaba, lo rompo y lo entierro. Me da la sensación que hacer ver que nunca pasó me ayuda. En el fondo no es más que un caparazón, otro modelo de comportamiento avestruz.

Creo que el hecho de ser capaz de analizar el pasado y ver las cosas buenas y no sólo las malas, y el hecho de pensar en ello es sintomático. Imagino que empiezo a estar mejor. Ahora ya no quiero tirarlo todo. En otra época habría tirado hasta el pulpo de peluche que me regaló.

Que había cosas que compartíamos quiere decir que antes de conocerle, yo ya las hacía. No tengo porqué dejar de hacerlas. Igual que no tengo que dejar de cruzar Plaza Universidad por miedo a encontrármelo de bruces un viernes por la tarde. Yo iba a esos sitios antes de conocerle. No tengo que dejar de ir ahora.

Es más, si alguien tiene que dejar de ir, que sea él. No obstante, no sería de personas maduras que dejáramos de hacer nuestras cosas. Y creo que a mi edad debería considerarme “madura”. Aun así, me da cierto miedo la simple idea de cruzármelo. ¿Qué voy a decir? ¿Qué voy a sentir? ¿Cómo voy a reaccionar?

No tengo ni idea. Me gustaría ser capaz de no sentir nada, de hacer ver que no sucedió nada tampoco, como hace él, como hace tanta gente sobre la faz del planeta. Y no lo consigo. Me gustaría ser más equilibrada emocionalmente, no porque esté loca (como dijera Amanita, no eres rara, eres normal a tu manera), si no porque ya lo dije una vez: todo es maravilloso o la vida es una mierda. No tengo sentimientos intermedios.

Yo creo que eso también contribuyó a asustarle. Él pensaba que yo le quería muchísimo más que a la inversa. Y tenía razón. Pero porque yo a la gente que quiero la quiero mucho y a quien detesto, es a muerte. Por otro lado él bueno, es lo contrario que yo. Así que el gap que había entre nosotros era abismal.

Evidentemente le quería mucho más que a un amigo convencional, pero me comporté igual que con cualquier otra pareja que haya tenido.

Siendo como soy, estar enamorada es maravilloso, lo disfruto de una forma increíble. Pero cuando se acaba… vamos que no me suicido porque no tengo valor, y pienso que es la solución cobarde. Son los momentos de bajón.

**** Nota mental: Respecto al suicidio, la vida y la muerte también quiero escribir un post, pero un poco más adelante.

El caso es que, de todas formas, por eso de no dejar de hacer cosas que hacía antes de conocerle, no tengo que dejar los ordenadores de lado. Ni todos los informáticos son malos. Ni nada de eso.

Además con él aprendí cosas interesantes respecto a la seguridad informática, cosas que antes no se me habrían pasado por la cabeza. No me quiero volver una paranoica con eso, pero sí hay cosas que he mejorado porque son útiles.

Eso debe ser lo que todo el mundo quiere decir con “quédate con lo bueno”. Espero haberle dejado cosas buenas yo a él también, aunque no las vaya a saber nunca.

Por ejemplo, el otro día él tenía en el msn un nick indicando que le habían operado, que no le molestaran. Acto seguido, ¿qué hice yo? Pues lo lógico y normal, preguntarle qué había pasado y si estaba bien.

Grunttt me dijo que lo había hecho fatal. Que si había puesto eso él, era que no quería que le molestaran. Coño, pensé yo… Si no quieres que te molesten, desconecta y no pongas nada, porque eso induce a la gente a preguntar.

Como no conseguí hablar con el, le llamé a casa. No cogió el teléfono. Como no cogió el teléfono llamé a su madre a preguntar si era grave.

Vamos, creo que lo hice todo al revés. Pero es que estaba preocupada. ¿Y si era algo grave? Resultó que no era una operación grave.

No debería haber llamado a su madre. Me puse a llorar cosa mala, dando la evidente impresión de no haber superado la situación en la que estaba.

No es eso… Tengo sentimientos contradictorios sobre esa mujer. Por un lado la detesto como fuente de problemas que es. Si no le hubiera protegido tanto, no habríamos llegado a este punto, le hubiera dejado madurar. Y además me da la sensación de amiga extraña. Que por un lado quiere que dejes en paz a su hijo y por otro hace el papel de “pobre, no te deprimas, mi hijo no te merece, ya encontrarás a otro, es un idiota”.

Aritméticamente, eso no cuadra.

De hecho, después de todo, no me llamó ni nada. Y pienso… Todavía sigo teniendo que ir a recoger mis cosas… Si alguna vez cortas con alguien, no dejes nada en su casa, así no tienes que volver. Mejor rápido y de una sola vez.

**** Nota mental: Post sobre la vida on y off line. Como previa a esta disertación, posteo el link: http://www.pointlesswasteoftime.com/games/wowworld.html por si no lo dejé antes ya.

Cambiando de tema, estoy leyendo un libro que se llama “Snowcrash”, de Neal Stephenson. El mismo que escribió “La era del diamante” y “Criptonomicón”.

Empieza de una forma muy impresionante, y me gusta la jerga que utiliza el hombre. Podría haberlo escrito yo. No es muy florido literariamente hablando, pero consigue transmitir lo que quiere.

Plantea conceptos que claro, en el año que lo escribió eran muy innovadores. La contraportada del libro lo define como:

“Snow Crash es un fantástico torbellino superrealista, un proyectil comicogrotesco disparado hacia un mañana que ya está ocurriendo” Estoy totalmente de acuerdo con las últimas tres palabras “que ya está ocurriendo”.

Esa disociación entre Realidad (vida real) y Metaverso (vida online).

No es nada que ninguno de nosotros, enfermos y adictos a internet no hayamos llegado a pensar en algún momento. Esta dicotomía entre dos vidas.

Me está dando por los libros de temática cyberpunk, a lo que se ve.

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