8/24/2006

Cobardía


Cuando ya pensaba que no podía caer más bajo… Me sorprendí a mí misma haciendo algo que en la vida se me hubiera ocurrido que iba a verme hacer: huir de una persona escondiéndome en la primera planta de la tienda Habitat del Triangle…

Me pregunto yo… ¿Es que hay, acaso, algo más triste?

Pero todo tiene su explicación. Vayamos por partes, como dijo Jack el Destripador.

He tardado seis meses en volver a ser una persona contenta y feliz (como Leslie Nielsen en aquella película tan patética titulada “Drácula: Un muerto muy contento y feliz”). Quizás he tardado más que seis meses, si contamos que las cosas empezaron a ir mal por diciembre.

Mal mirado, teniendo en cuenta que un árbol quemado tarda años en regenerarse y a veces no lo consigue, seis meses no es demasiado tiempo.

Escribir es una de las cosas que mas me ha ayudado. Eso y gastarme un pastón en llamadas a móviles, y martirizar a todo el que se dejara en el Messenger, y dar la brasa por el Irc, y foros, y escribir mails y (esto ya es la repera) hablar de cómo me siento con mis padres.

Tengo un amigo (¿?) con el que paseaba un par o tres veces a la semana, y charlábamos hasta aburrirnos. Me lo pasaba teta. Me entretenía mucho. Cuando quedábamos y lo veía estaba todo el rato sonriendo. Un buen día “subió de nivel” para convertirse en ““amigo””. Y entonces empezó mi crisis de ansiedad.

Te pasas veintisiete años pidiendo que aparezca alguien:
  • Que no beba
  • Que no fume
  • Que haga deporte
  • Que le guste caminar
  • Que le guste viajar
  • Que valore su independencia
  • Que trabaje
  • Que tenga carrera universitaria (que no fuera informático, telecos o alguna aberración por el estilo, porque están todos más tronados que yo, son unos autistas)
  • Que sea inteligente
  • Que sea buen conversador
  • Que sea un buen oyente
  • Que tenga sentido del humor
  • Que sea cariñoso
  • Que tenga inquietudes
  • Que tenga un nivel cultural medio-alto
  • Que le guste la lectura
  • Que sea friki
  • Que esté (aceptablemente) bueno
  • Que te soporte
  • Que te comprenda
  • Que te respete
  • Y lo que es mejor: que le gustes tal como eres

Y cuándo encuentras alguien que parece ser algo así, ¿qué haces? Pues lo que haría cualquier humano normal y corriente: salir huyendo.

Lo normal, vamos.

Es que yo no lo tenía pensado. O sea, no estaba planeado. Había reorganizado mi vida para estar sola con mis gatos. Y ya está. Y vivir tranquila y feliz. No tenía un sitio “reservado” para nadie.

Y va, y aparece un “alguien" (y encima sin permiso y sin invitación).

Y yo qué sé… Nos liamos. Y entonces, como dije, empezó mi crisis. Y empecé a hacer todo lo contrario a lo que se suponía que debería hacer, que era alegrarme. Y esto fue: me agobié.

Mucho.

MUCHO.

MUCHÍSIMO.

Yo tenía una vida tranquila y cómoda. Sin problemas. No quiero problemas en mi vida de ningún tipo. Y me volví a sentir idiota. MUY idiota. Tan idiota que iba de camino a Plaza Cataluña y a más me acercaba (habíamos quedado allí), más ganas tenía de salir corriendo. Era como poner dos imanes con el mismo polo uno frente al otro. Uno de los dos tenía que saltar.

Quería llamar a todos los teléfonos de emergencia. A Grunttt (que no cogió el móvil, porque trabajaba), a Montse, a Ana. Quería, no, NECESITABA desesperadamente llamar a alguien antes de que me diera un paro cardíaco y tuviera que marcar el 112 a pedir una ambulancia.

Estuve esperando delante de la joyería del Triangle a mi ““amigo””, deseando con todas mis fuerzas que yo que sé, cayera un meteorito o algo así, se incendiara Barcelona o se me hiciera una carrera en las medias para tener una excusa para irme.

Y entonces me di cuenta de lo estúpido de la situación.

Estaba huyendo de una persona con la que hasta hacía tres días, antes de besarla, me encantaba estar. Cuando quedaba con él me lo pasaba bien y me sentía tranquila y ahora era la loca de la pradera buscando un sitio para esconderme como un avestruz.

Es más, estaba hablando con todo el mundo de cómo me sentía, menos con él. Pero a ver, ¿no se supone que ante todo éramos amigos? ¿Y que hablábamos de todo lo que pensábamos? ¿Qué clase de tontería era esta?

Reconozco que el post de “Salvaje” lo escribí para él, porque no tenía narices de explicarle como me sentía. Y me he dado cuenta de que se me da mejor escribir. Así que se lo mandé al mail, no sin antes consultar con Grunttt si le parecía correcto y me explicaba correctamente.

Porque… ¿No es también estúpido que escriba eso, lo suba a mi blog, lo comparta con el mundo mundial y todo el mundo sepa cómo me siento… Menos la persona interesada, que es la que debería saberlo? Así que al final, se lo mandé al mail.

Lo que no había tenido en cuenta el lunes, es que apenas mira el correo. Así que ayer que se me ocurrió el pequeño detalle y estaba casi totalmente convencida de que no lo había leído, me llevé una copia que tenía impresa, dentro del libro que ando leyendo, para dárselo y que se lo leyera. Y me entendiera un poco.

Pero aun así, me sentía fatal de verdad, oprimida, agobiada, estresada, histérica, con ganas de salir corriendo y no parar. Quería de veras volver a mi casa, a la seguridad de mis cuatro paredes. Y como no podía hacer eso, me escondí en el Triangle, en el primer sitio que se me ocurrió que si llegaba y no me encontraba, no me iba a buscar. FNAC estaba descartado, porque él sabía que me encanta pasear por ahí dentro. Tenía que ir a otro lugar...

Me escondí en Habitat y estuve dando vueltas en círculo entre los muebles mientras hablaba con Ana por móvil (no sé si le jodí la cita), y le explicaba que estaba huyendo de mi amigo, y que no quería salir de la tienda y que me iba a quedar ahí hasta que me tranquilizara, mientras lo único que sabía decirle era “Tía, es que no me entiendo ni yo, ¿entiendes? Es que no tengo ni idea de lo que quiero”. Y ella me decía “No, si yo tampoco te entiendo, pero bueno”.

Y me decía “¿Pero quieres salir de ahí adentro? No lo vas a tener ahí fuera esperando todo el día”. Y hombre, querer, querer, lo que se dice querer, la verdad yo no quería salir. Pero al final tuve que hacerlo.

Al menos tenía muy clara una cosa: que quería ir a la playa y allí dejarle leer mis histerias personales. Siempre que me pasa algo relevante acabo en la playa. Cuando necesito pensar, camino hasta allí. Cuando tengo que llamar a alguien y no me atrevo. En ese tipo de momentos.

Joder es que… No sabía cómo saludarle. ¿Un beso? ¿Dos besos? ¿Un apretón de manos? Y yo qué sé… Al final fue un beso breve, casi de compromiso, y nos pusimos a hablar y caminar como si no hubiera pasado nada. Es que es eso, para mí no había cambiado nada, solo había algo más que compartir.

Me sentía estúpida. No es muy buena política que digamos, liarte con un amigo para acabar hablándole a todo el mundo menos a él. A él, con quien tanto te gustaba conversar, y a quien –de no haberte liado con él- le hubieras explicado como te sentías, si te hubieras liado con otro tío. Y me habría escuchado y me habría dado alguna sugerencia de ser necesaria.

Y ahí estaba yo, esquivando el tema, y pensando que era imbécil por no hablar.

Definitivamente, hice bien en coger el escrito e ir a la playa.

Acabamos sentados en un espigón de la Vila Olímpica, mirando el mar. Me tranquiliza mucho. Y al final le di los papeles. Y se los leyó y le pareció bien todo lo que expliqué en “Salvaje”.

Nada más leer el título, y ver el dibujo, seguro que sabía de qué iba. Y por mi actitud, claro.

Y después de acabarlo, y todas mis dudas y penurias, y montajes patéticos para llegar hasta la playa, me dijo: “Me parece muy bien”.

Una vez más, me había montado la película yo sola. Lo hice todo tan difícil, cuando en realidad era tan sencillo. Lo pasé mal innecesariamente.

Cuando me decidí a hablar tenía muy claro que me daba igual que me entendiera o no. Las condiciones eran esas. Estaba convencida de que si le parecían bien, guay; y si no, a tomar viento.

Y después de todo lo mal que lo pasé, y lo que me costó… Y sólo dijo “Me parece bien” ¬_¬’

Hay que joderse.

Pero de verdad que después pesaba como 10 kilos menos. Me sentía mucho más tranquila…. Tanto, que le confesé que me escondí en el Habitat, para no verle durante unos diez minutos, porque estaba muy intranquila. Y él… Se puso a reír. Encima. A reír.

No me extraña. Fue totalmente ridículo. Yo también me hubiera reído.

Y sinceramente creo que hice bien hablando con él, porque se supone que hicimos lo que hicimos para ganar algo más, no para perder un amigo, la confianza, la complicidad. Y me di cuenta de que puedo hablar como siempre. Y no ha cambiado nada. Simplemente ahora podemos hacer más cosas que charlar.

Me alegro mucho de poder ser yo. No es por nada pero… Modestia a parte: me lo merezco xD

Ya me tocaba estar contenta. Es lo que se merece alguien tan guay y maravilloso como yo *^-^*.

Realmente, la mejor de las soluciones es explicar lo que te pasa. Explicar cómo te sientes. Siempre.

La otra persona puede intuir alguna cosa, pero no podrá decir nada. Muchas veces no es que no quiera ayudarte o comprenderte, es que como tú no has dicho nada, no has dado pie a que te pregunten si estás bien. Muchas veces parece que esquivas el tema.

Como esquivas el tema, la otra persona puede pensar que no quieres hablar de ello, y que es mejor dejarlo correr, hasta que te decidas a decir lo que piensas.

Si le explicas al otro como te sientes, sea amigo, pareja, sea quien sea, y te entiende, fantástico. Si no, a tomar viento. No valía la pena.

No vale la pena estar con nadie que no te entienda, o piense que eres idiota por decirle cómo te sientes y por pensar como lo haces.

Dialogar, y siempre de frente. Explicar siempre lo que te pasa y lo que llevas dentro.

Si te entienden, bien.

Si no, era un imbécil.

Sigue buscando.



Now playing: La Oreja de Van Gogh – Muñeca de Trapo

Como esos cuadros que aún están por colgar,
Como el mantel de la cena de ayer,
Siempre esperando que te diga algo más,
Y mis sentidas palabras no quieren volar.


Lo nunca dicho se disuelve en un té,
Como el infiel dice nunca lo haré,
Siento que estoy en una cárcel de amor,
Me olvidarás si no firmo mi declaración.


Me abrazaría al diablo sin dudar
Por ver tu cara al escucharme hablar,
Eres todo lo que más quiero,
Pero te pierdo en mis silencios,
Mis ojos son dos cruces negras
Que no han hablado nunca claro,
Mi corazón lleno de pena,
Y yo una muñeca de trapo.


Cada silencio es una nube que va,
Detrás de mí sin parar de llorar,
Quiero contarte lo que siento por ti,
Y que me escuche hablar la luna de Enero
mirándote a ti.


Me abrazaría al diablo sin dudar
Por ver tu cara al escucharme hablar,
Eres todo lo que más quiero,
Pero te pierdo en mis silencios,
Mis ojos son dos cruces negras,
Que no han hablado nunca claro,
Mi corazón lleno de pena,
Y yo una muñeca de trapo.


No tengo miedo al fuego eterno,
Tampoco a sus cuentos amargos,
Pero el silencio es algo frío,
Y mis inviernos son muy largos,
Y a tu regreso estaré lejos,
Entre los versos de algún tango,
Porque este corazón sincero,
Murió en su muñeca de trapo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Perdón el intrusismo, pero de cobardía nada, como mucho fue replegarse momentaneamente para preparar el ataque final XD

Que vaya bien con "ese gato bípedo y tontorrón" y que sus ventanas
permanezcan abiertas para ti.

Saludetes

PD: Perdón por colarme furtivamente y leer las Ysi-histerias, pero gracias por compartirlas. El Ysi-blog :mola: :P

Ysondra dijo...

xD

Merci! =)

No te preocupes, de intrusismo nada, en el momento que me decidí a llevar mi blog, considero a quien lo lee un/a invitad@.

Me suelo reir de lo que me pasa porque tengo un don para complicarlo todo. Y pienso si a alguien le sirve para darse cuenta que hay gente aun más loca, o para ver que hay más gente que se siente a veces como el/la, fantástico.

O simplemente para entretenerse =)

Lo del bípedo este... Ya veremos no tiene mala pinta xD Jajajaja Gracias.

Puedes colarte cuando quieras.

Feel free to link me xD

Nos vemos!