Tengo el mono por las noches.
Sudo…
El corazón me palpita…
La cabeza me da vueltas...
No puedo dormir...
Es una euforia inducida que en un segundo se hace trizas y al siguiente me deja hecha mierda contra el suelo.
Qué le voy a hacer. Es culpa de tu mierda de droga.
Adictiva.
Llegaste sigilosa, sin que yo me diera cuenta. Y sí, la primera dosis fue de prueba.
Esto me pasa por idiota. Debería haber sabido que nadie da nada por nada.
Venías envuelta en una bolsa arrugada, poco llamativa, de esas que no se pararía a mirar nadie dos veces… De no ser por esas dos marcas impactantes de color azul.
Alguien te dejó en mis manos sin querer.
Te vi y no me pareciste peligrosa. Eso fue mi segunda estupidez. Te probé. Total, ¿qué iba a pasar por tomar tan sólo un poco? Ni siquiera un pico, simplemente probarlo con la punta de la lengua para saber si era real. Como hacen los polis de las pelis yankis o las series de la tele.
Te probé, y la cagué... Porque al día siguiente quise más.
Alguien escondió la bolsa. ¿Dónde cojones la guardaron? Y sin darme cuenta al cabo de un rato estabas ahí delante nuevamente. Te miré de reojo…
Idiota. Solo es una bolsa, no se da cuenta de que la estás mirando.
Así que poco a poco me acerqué y otra vez te me quedé mirando. Di un rodeo y me senté allí contemplándote como quien no quiere la cosa.
Sonreí.
¿Tú estás tonta? ¿Quién narices sonríe a una bolsa?
Seguramente eras una droga potente de verdad, porque sin tocarte impregnabas ya el ambiente. Me colocaste sin haber hecho nada, y sin remedio.
Necesitaba airearme. Necesitaba pasear. Quería que te quedaras en casa mientras yo me iba de fiesta.
Y en aquel garito, entre la gente, rodeada del humo, tan solo deseaba desesperadamente llamar a casa y preguntar si alguien te había visto, si sabían dónde estabas. Necesitaba que alguien me trajera la bolsa.
Para mi desgraciada contradicción alguien la trajo. Ruló de mesa en mesa alegrando a todo el mundo y la muy cabrona terminó a mi lado.
No lo puedo soportar. No puedo tenerte tan cerca. Estoy tentada de alargar la mano y por eso me aparto. Pero tu aroma me persigue y me va llamando.
Dios, quiero un poco más. Me mata la curiosidad de probarla en serio… Pero no me atrevo.
La noche pasa de bar en bar. Y como no soy yo la que la lleva encima pienso que me he librado de la tentación, aunque por los pelos.
Bebí una copa, me movía nerviosa por el tugurio ese al que me llevaron. Sonreía por inercia a los colegas. “Ji, ji”, “Ja, ja”. La mitad son falsos. Mis ojos no paraban de buscarte y te encontraron: ahí estabas mal puesta en un banco de piedras raras.
Me pregunté si alguien más notaba que algo me pasaba y me comportaba extraño. Miré de soslayo: nadie dio muestras de nada.
Te vi, y aparté rápido la mirada. Nerviosa, culpable, confusa. La risa me embarga de nuevo y hago ver que río del primer chiste que cuentan, que no he escuchado, y ni siquiera ni sé si tiene gracia... Pero solo quiero disimular.
No quiero mirar hacia donde estás.
Doy otro sorbo a mi copa. Me giro y algún imbécil descerebrado en su comprensible ignorancia, te dejó a mi lado una vez más. "Por piedad, que alguien se la lleve...", pienso mientras otra parte de mí te anhela.
Me cago en dios. Qué suerte la mía. No sé si buena, mala, o ambas. Estoy tan tentada de alargar la mano… Y con tal de no cogerte, con tal de no caer, me voy a la otra punta.
Asco de noche. Tan cerca y tan lejos.
Siguen dos días de mierda, con la contradicción de pasarlo de puta madre teniéndote cerca, y oliendo tu esencia, pero sin atreverme a dar un paso más… Y justo cuando el fin de semana tocaba a su fin, te esnifé un poco. No mucho… Un poquito nada más. Nada importante, palabra… Pero fue lo bastante para acarrear las consecuencias.
Me vuelvo a casa, orgullosa de mí misma.
Qué grande eres. Qué autocontrol. Cómo has dominado la situación. Volviste a la rutina y casi sin tocar la bolsa…
Pero ese casi ya por sí mismo fue peligroso, y ahora me maldigo por no haber tomado una dosis completa. Y desesperada la busco en casa, pero está fuera de mi alcance.
Eras demasiado potente y peligrosa. Absorbiste algo de mí y yo te inhalé demasiado. Breve, pero intenso. Lo bastante para dejarme marca.
Quiero sentirte al completo, y sé que no puedo. Te busco, y no te encuentro.
Y esa abstinencia hace de mi una yonki sin remedio.
P.D.: ¡Que viva el seppuku literario!
Alégrame el presente xD =)
3 comentarios:
Y yo que al principio pensaba que iba a tratar sobre una bolsa del DiR y la afición al gimnasio...
!Qué decepción!
PD: Ya no está, pero lo leí y no puedo evitar preguntarlo. Diculpando mi ignorancia, qué es un ¿"copper"?
Un copper es un tipo de moneda xD =)
Eh tío, no sabía que aun andabas por ahí xD
Salu2! ^^
A ver si vuelvo al DiR de una vez, estoy algo vaga ¬¬
El tiempo pasa... Pero esto no mejora y mi abstinencia crece por momentos.
Creo que mi adícción es completa ya.
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