No hay nada como leer, para descubrir cosas nuevas, y ampliar horizontes.
Hace poco leí también en un libro o comic esa frase, y me gustó muchísimo.
Sé perfectamente que debido a mi mala racha de los pasados meses, mi comportamiento caótico, mi mal humor, y un montón de lindezas más, bastante gente tiene que pensar que soy una imbécil, una perra, una capulla, una cabrona y supongo que más apelativos que ahora mismo no me vienen al momento.
Hombre, que lo piensen algunas personas me molesta, claro. Pero bueno, yo sé como soy, y los que me conocen bien también lo saben. El resto… Es historia como se suele decir.
Probablemente alguien podría decir “Si me odias, es porque no me conoces, si no me detestarías más todavía” xD =) Cosa que bueno, también podría ser cierta, jajajajaja.
Qué sería de la vida sin humor…
Sería seria (toma juego chorra de palabras xD estoy fatal de lo mío ¬¬’)
No sé si tengo un carácter difícil. Probablemente no es más difícil que el de la mayoría. Prefiero decir que soy una persona con gran autoestima, una valoración muy buena de sí misma y poseedora de una gran determinación.
Ayer tuve una tarde de lo más completa, todo gracias a que vinieron a limpiar las moquetas de la oficina.
Anduve atando cabos sueltos.
Después de pelearme con los montadores de Ikea que no montaron en su día el mobiliario, quejarme cuatro veces de ellos, provocarle un ataque de estrés a unos cuantos operadores, y poner un fax, conseguí que me devolvieran mis 116.- €.
Y más les valía devolvérmelo.
Porque es mi dinero, y mi tiempo y mi esfuerzo me cuesta conseguirlo, como para que cuatro mindunguis hagan mal su trabajo y no me recompensen.
Probablemente muchas de esas personas se unieron al club de “Por un Mundo sin Ysondras” xD Pero eh, el que no lucha por lo que quiere está condenado a lo que le den. Así van los perdedores, por la vida pasando de todo. Pero si reclamas lo tuyo… Se lía la de San Quintín.
Después de una hora y media de espera, y unos cuantos capítulos de “Casa Atreides” leídos, me volvía a Barcelona con mi dinero en la cuenta, de dónde no tendría que haber salido…
Y me fui al centro a recoger mi super-chachi-guay-de-la-muerte escoba eléctrica (porque qué es una bruja sin su escoba xD), cortesía de un vale 15% del importe gastado en Bazar el Regalo, de regalo en artículos.
No más bolas de pelo de gato rodando a sus anchas por mi suelo ¬¬
Probablemente muchas de esas personas se unieron al club de “Por un Mundo sin Ysondras” xD Pero eh, el que no lucha por lo que quiere está condenado a lo que le den. Así van los perdedores, por la vida pasando de todo. Pero si reclamas lo tuyo… Se lía la de San Quintín.
Después de una hora y media de espera, y unos cuantos capítulos de “Casa Atreides” leídos, me volvía a Barcelona con mi dinero en la cuenta, de dónde no tendría que haber salido…
Y me fui al centro a recoger mi super-chachi-guay-de-la-muerte escoba eléctrica (porque qué es una bruja sin su escoba xD), cortesía de un vale 15% del importe gastado en Bazar el Regalo, de regalo en artículos.
No más bolas de pelo de gato rodando a sus anchas por mi suelo ¬¬
Y por el camino no pude evitar pasar por el Happy Books… Con la grata sorpresa de encontrarme dos libros que me faltaban a un euro y medio la unidad xD (“La Puerta del Caos” 2 y 3, porque tenía ya el uno, y ahora están todos en la misma edición). Resistí la tentación de comprar “Casa Harkonnen” (cosa que haré el domingo en el San Antonio).
Volviendo a casa me di cuenta que me había olvidado de comprar la arena para gatos. Me voy al supermercado.
Iba yo tan campante y feliz como una lombriz. Estilo playero… Camiseta de tirantes, sandalias de tiras, pañuelo estilo diadema en la cabeza, minifalda tejana y bolso naranja chillón.
Sí, iba yo tan tranquila y pletórica, con mi cerebro degustando música emitida por Flaix FM. Qué sería de la vida sin música…
Y así, paso por la puerta de cristal que se abre ante mí, atravieso la valla de acceso al recinto, canturreando por lo bajini… Hasta que llegó el segurata de turno a joderme la marrana o a intentarlo.
Oigo algo a lo lejos que me llama (no era un fantasma, juas, en el sentido filosófico de la palabra). Y una voz masculina (por poco tiempo, por eso), dice “Tiene que dejar su mochila en las taquillas”.
Y yo me lo miro de arriba abajo. Porque estas cosas me tocan mucho la moral. Y le contesto rotundamente que no, y le indico que lo que yo llevo no es una mochila, es un bolso.
Así que ni corto ni perezoso, me dice que con “eso” no podía entrar.
Como mujer de nacimiento y bruja por definición, empezaba a notar como me sulfuraba por segundos y la temperatura subía a mi alrededor. No descarto que generara algún tipo de campo de fuerza destructora en el camino. Pero me estaba brotando la urticaria y mi molestia crecía por momentos…
Le repito que no pienso dejar mi bolso ahí, y que llevo encima mis llaves, mi cartera y mis cosas. Y me dice…
- Pues a ver qué hacemos
- Pues no sé usted, pero yo, entrar a comprar con MI bolso.
- No puede pasar con eso.
Y creo que ayer pude entender al Balrog y su mosqueo monumental cuando Gandalf le dijo “¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡No puedes pasar!!!!!!!!!!!!!” Y yo también entré en modo berserker. Muy a mi pesar exploté. Y dejé al hombre patidifuso, cuando le dije “¿Y qué quiere que haga? ¿Qué me guarde las cosas en las bragas?”. A estas alturas cuatro personas miraban el numerito.
Le recuerdo que soy cliente habitual de la tienda y le pregunto si es la forma que tienen de tratar a sus clientes, en cuyo caso, les devuelvo la tarjeta y me voy a otro establecimiento.
Cojo, me giro y entro a comprar… Pero en esas pienso… Qué carajo.
Me vuelvo a girar, me encamino cual furia y pregunto por la encargada, y en cuanto aparece le digo:
- Antes de nada, quiero que mire a este señor que llevo al lado (otro cliente), y se fije en el tamaño de su maleta, en el tamaño de la maleta que lleva aquel otro, y la mochila de viaje que lleva a la espalda el chico que paga en caja. Y ahora mire mi bolso, que su guardia ha querido que dejara en la taquilla.
La mujer se excuso, bizqueó los ojos y dijo que no le hiciera ningún caso. Supongo que ha tenido más numeritos de éstos.
Me vuelvo a mis compras, estaba tan ofuscada que olvidé lo que iba a buscar y tuve que bajar tres veces al súper. Y en camino aparece de nuevo el guardia, y aunque sonara prepotente, porque me había tocado las pelotas, le dije que mañana ya le iban a explicar la diferencia entre bolso y mochila.
A veces me pregunto qué mierda tienen las empresas, clientes o ladrones.
Esto también me pasó en Fnac una vez. Iba con un libro (en inglés y de importación, de esos que en la puta vida tendrán a la venta, muy a nuestro pesar). Y el guardia me dice que le tenía que poner una etiqueta a mi libro.
Y mira, en mi libro ni escribes, ni pones pegatinas ni nada. Me indica que no puedo entrar con libros en la mano. Lo miro y guardo mi libro en el bolso y le digo: “Pues ya no está en la mano, y ahora puedo pasar. Evidentemente les puse una hoja de reclamación.
Vamos a ver, las tiendas cuando entra alguien, en serio, tratan a sus clientes como ladrones en potencia. Me dice el de seguridad que como es un artículo que se vende en la tienda no lo puedo pasar. Y le digo ah, entonces si voy ahí en frente, a Zara, con la chaqueta en la mano, ¿la tengo que dejar en consigna porque venden chaquetas? ¿Me tengo que desnudar, porque venden ropa?
Y se quedó sin argumentos.
Odio la gente simple.
¡Pero es que es ridículo! Si entro en un Mediamarkt, ¿tendré que dejar el móvil en la taquilla? ¿Verdad que no?
No soy prepotente, pero tengo mis derechos, y tengo dignidad, y mucho orgullo.
Permitiendo a esos mamelucos, que están ahí, de pie, pidiéndome que deje mi bolso en la taquilla y permitiendo que ensucien mis libros con sus papelotes, estoy dejándoles llamarme indirectamente ladrona.
¿Y sabes qué?
Que no tengo ganas de comprar en un sitio que duda de mi calidad como persona, porque es me hace dudar de su calidad como gerentes. Y han olvidado aquel principio básico de “Quien paga, manda” y “El cliente siempre tiene la razón”.
Que me odien si quieren, que por ahí no paso.
Volviendo a casa me di cuenta que me había olvidado de comprar la arena para gatos. Me voy al supermercado.
Iba yo tan campante y feliz como una lombriz. Estilo playero… Camiseta de tirantes, sandalias de tiras, pañuelo estilo diadema en la cabeza, minifalda tejana y bolso naranja chillón.
Sí, iba yo tan tranquila y pletórica, con mi cerebro degustando música emitida por Flaix FM. Qué sería de la vida sin música…
Y así, paso por la puerta de cristal que se abre ante mí, atravieso la valla de acceso al recinto, canturreando por lo bajini… Hasta que llegó el segurata de turno a joderme la marrana o a intentarlo.
Oigo algo a lo lejos que me llama (no era un fantasma, juas, en el sentido filosófico de la palabra). Y una voz masculina (por poco tiempo, por eso), dice “Tiene que dejar su mochila en las taquillas”.
Y yo me lo miro de arriba abajo. Porque estas cosas me tocan mucho la moral. Y le contesto rotundamente que no, y le indico que lo que yo llevo no es una mochila, es un bolso.
Así que ni corto ni perezoso, me dice que con “eso” no podía entrar.
Como mujer de nacimiento y bruja por definición, empezaba a notar como me sulfuraba por segundos y la temperatura subía a mi alrededor. No descarto que generara algún tipo de campo de fuerza destructora en el camino. Pero me estaba brotando la urticaria y mi molestia crecía por momentos…
Le repito que no pienso dejar mi bolso ahí, y que llevo encima mis llaves, mi cartera y mis cosas. Y me dice…
- Pues a ver qué hacemos
- Pues no sé usted, pero yo, entrar a comprar con MI bolso.
- No puede pasar con eso.
Y creo que ayer pude entender al Balrog y su mosqueo monumental cuando Gandalf le dijo “¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡No puedes pasar!!!!!!!!!!!!!” Y yo también entré en modo berserker. Muy a mi pesar exploté. Y dejé al hombre patidifuso, cuando le dije “¿Y qué quiere que haga? ¿Qué me guarde las cosas en las bragas?”. A estas alturas cuatro personas miraban el numerito.
Le recuerdo que soy cliente habitual de la tienda y le pregunto si es la forma que tienen de tratar a sus clientes, en cuyo caso, les devuelvo la tarjeta y me voy a otro establecimiento.
Cojo, me giro y entro a comprar… Pero en esas pienso… Qué carajo.
Me vuelvo a girar, me encamino cual furia y pregunto por la encargada, y en cuanto aparece le digo:
- Antes de nada, quiero que mire a este señor que llevo al lado (otro cliente), y se fije en el tamaño de su maleta, en el tamaño de la maleta que lleva aquel otro, y la mochila de viaje que lleva a la espalda el chico que paga en caja. Y ahora mire mi bolso, que su guardia ha querido que dejara en la taquilla.
La mujer se excuso, bizqueó los ojos y dijo que no le hiciera ningún caso. Supongo que ha tenido más numeritos de éstos.
Me vuelvo a mis compras, estaba tan ofuscada que olvidé lo que iba a buscar y tuve que bajar tres veces al súper. Y en camino aparece de nuevo el guardia, y aunque sonara prepotente, porque me había tocado las pelotas, le dije que mañana ya le iban a explicar la diferencia entre bolso y mochila.
A veces me pregunto qué mierda tienen las empresas, clientes o ladrones.
Esto también me pasó en Fnac una vez. Iba con un libro (en inglés y de importación, de esos que en la puta vida tendrán a la venta, muy a nuestro pesar). Y el guardia me dice que le tenía que poner una etiqueta a mi libro.
Y mira, en mi libro ni escribes, ni pones pegatinas ni nada. Me indica que no puedo entrar con libros en la mano. Lo miro y guardo mi libro en el bolso y le digo: “Pues ya no está en la mano, y ahora puedo pasar. Evidentemente les puse una hoja de reclamación.
Vamos a ver, las tiendas cuando entra alguien, en serio, tratan a sus clientes como ladrones en potencia. Me dice el de seguridad que como es un artículo que se vende en la tienda no lo puedo pasar. Y le digo ah, entonces si voy ahí en frente, a Zara, con la chaqueta en la mano, ¿la tengo que dejar en consigna porque venden chaquetas? ¿Me tengo que desnudar, porque venden ropa?
Y se quedó sin argumentos.
Odio la gente simple.
¡Pero es que es ridículo! Si entro en un Mediamarkt, ¿tendré que dejar el móvil en la taquilla? ¿Verdad que no?
No soy prepotente, pero tengo mis derechos, y tengo dignidad, y mucho orgullo.
Permitiendo a esos mamelucos, que están ahí, de pie, pidiéndome que deje mi bolso en la taquilla y permitiendo que ensucien mis libros con sus papelotes, estoy dejándoles llamarme indirectamente ladrona.
¿Y sabes qué?
Que no tengo ganas de comprar en un sitio que duda de mi calidad como persona, porque es me hace dudar de su calidad como gerentes. Y han olvidado aquel principio básico de “Quien paga, manda” y “El cliente siempre tiene la razón”.
Que me odien si quieren, que por ahí no paso.
Arf... Qué a gusto me he quedado xD
Adoro mi blog *^-^*
4 comentarios:
El cliente NUNCA tiene la razon, es lo primero que se aprende en el mundo en el que trabajo. Al cliente se le convence de que lo que tu quieres es lo que el quiere, no al reves.
jajajajajaja
Tiaaaaaaaaaaaaa
Hacía tiempo que no me reia tanto, es que no se quien no te conozca, pero yo que te he visto y se como se te cruza el cable cnd te mosqueas debió ser pa verte a ti y a los dos simples de vigilantes que te encontraste jajajaja.
Y que ellos intenten hacernos creer que tienen no tenemos razón es su trabajo, el mio es reclamar hasta que me quede sin voz.
Besitos
Jajajaja
Jo tía, ahí fomentando mi fama xD =)
Yo solo reclamo mis derechos :_
>_<
(jijijijiji ^^)
Imagina cuando tu hijo trabaje de guardia en un economato o algo así, ahí no darás abasto
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