7/16/2009

Justicia

He roto todas tus fotos. No queda ni una sola colgada en la pared. Te he borrado de todos los discos duros que he encontrado en casa.

Fue un trabajo concienzudo, pero no es que quiera olvidarte... Es que quiero recordarte a mi manera.

Estuve contemplando todas y cada una de esas imágenes antes de borrarlas por sistema. No había ni una sola en la que te haya podido encontrar.

Ya sé que las fotos mienten, tanto o más que la memoria. No obstante, prefiero engañarme sola.

También he intentado dibujarte, pero te esfumabas en el aire antes de que el grafito de mi lápiz entrara en contacto con la superficie del papel.

Cerré los ojos, para visualizarte primero. Fui incapaz de fijarte un solo momento. Cambiabas rápidamente, huyendo de mí como el mercurio. Fue una experiencia frustrante.

Todo pasaba a la vez. En el mismo instante sonreías, te girabas, mirabas hacia el frente; o llevabas traje, camisa y corbata; llevabas tejanos, polo y bambas… Indistintamente era invierno, otoño o primavera. No te recuerdo en verano.

Alcé la vista, desenfocandome completamente, alienándome de lo demás, intentando evocar un solo momento, un instante que pudiera retener… Y recordé. No una imagen, sino un sonido: el de tu risa.

Te vi.

Te recuerdo en Navidad, recortado contra las sombras de la noche, reluciendo la sonrisa en tus labios. Eso es lo que hay guardado en mi interior. Te busqué en el sitio equivocado. No estás en mi cabeza.

Así que espero me perdones, porque tiré todas las fotos: no te hacen justicia... Pero sabe que conservo la media luna de tus labios para los días amargos en los que deseo olvidar todo lo demás.

2 comentarios:

ChusZ dijo...

Precioso. Me ha gustado mucho.

Anónimo dijo...

Maravilloso. Increíblemente bueno. Me reconozco en tus palabras. Cómo sufrió mi pobre corazón cuando leí aquellas palabras viles de "es una gran amiga, pero nunca será nada más que eso. Bueno, eso y el mejor polvo de mi vida". El empujoncito que necesitaba para correr a casa y romper cada una de sus fotografías. Una a una. Y cojer el puñado y prenderles fuego. Y borrar todas las copias de mi PC, del disco duro, de la memoria.

Arañando los recuerdos para que las caras quedasen irreconocibles. Y a pesar de ello, aparecen de tanto en tanto, de amigas que ya no lo son, que cuelgan su imagen en internet, en fotos de cumpleaños, de fiestas, de despedidas.

Cuánto me dolió y qué poco se lo dejé ver...