10/29/2007

Tan frío que quema

(c) Liiga Smishkalne - Pingu


La vida está tan llena de contradicciones… Nunca sabes bien porqué ocurren, pero cuando pasan, te sientes la persona más imbécil del planeta.


Porque necesitas desesperadamente hablar, pero te callas. Porque quieres estar cerca, y lo único que haces es alejarte. Porque quieres dar una caricia, pero te apartas… Lo haces todo del revés.


Quizás es que los sentimientos, las sensaciones, te colapsan y te superan.


Llegas a los treinta con la fragilidad de tener diez, con las mismas dudas pero sin la inocencia que te impulsa a hacer las cosas de corazón y sin pensar.


Porque tu corazón cada día arde más, pero curiosamente está más frío. Porque hierve debajo de su coraza de piedra como arde el núcleo de la Tierra y sin embargo, a pesar de su coraza, está indefenso. Es frágil, y tienes pánico a que le hagan daño otra vez.


Cuando eras pequeño no importaba, pero ahora asusta mucho. Cuando eras pequeño, tus padres te decían que el hombre del saco no existía, y ahora que eres mayor, sabes que él no existe, pero te aterran cosas peores: cosas reales. Esas cuya existencia conoces a ciencia cierta, y por experiencia sabes que hieren una atrocidad.


Es tan ridículo, pero tan cierto… Nos pasamos la mayor parte de la vida haciendo exactamente lo contrario de lo que de verdad deseamos hacer desesperadamente. De un modo erróneo, se le llama madurez y raciocinio, pero yo me pregunto qué sentido tiene mutilarse de ese modo.


Sin embargo, me miro, y soy igual que los demás.


Puedes estar muy lejos de alguien, y sentirle tan cercano; y sin embargo, una vez sentado a su lado, parecer que kilómetros de distancia te separan. Tan próximo, que su piel está al alcance de tu mano; y al intentar estirarla, tu mano está a años luz de reunir el coraje suficiente.

Y de pronto siento tantas cosas a la vez…

Noto como mi corazón se expande más allá del pecho que le puede contener, porque su latido explota. Aulla lo que mi silencio calla y mis labios no tienen valor de pronunciar: la calidez que guarda dentro, aunque lo único que se ve es la mal fingida frialdad.

Yo, que tan mal disimulo, pero que basta con mirarme para darse cuenta de las cosas… Tú, que no sé si lo notas y si acaso lo haces, simplemente disimulas. Tal vez, como lo hago yo.


P.D. Ya estoy en paz ^^

10/22/2007

Cáncer del alma



A veces me pongo a pensar en lo curioso que es saber que a pesar de lo que cree la gente, vivimos todos en el mismo planeta, pero en mundos muy distintos.

Pienso por ejemplo en Joan, mi ex (bueno, uno de ellos), y su pasmosa y envidiable forma de ver la vida. Tan simple, tan sencilla, donde todos los problemas tienen solución y lo único que necesitas es sacar la varita mágica de la comunicación.

Pero en mi mundo, que no es el suyo, esa varita muchas veces ni basta ni funciona.

Él vive en un siglo XXI donde Internet es algo extraño y en desuso. Para él no existe tampoco el móvil. Sólo existe el cara a cara, y eso hoy en día es envidiable. No le gusta la comunicación digital, ni el teléfono, por todos los matices que pierdes en el camino…

Pierdes los gestos, los ticks, las miradas, la cara, lo que dicen los ojos escondidos tras las palabras… Y por eso, no le gusta hablar de cosas importantes si no es de bis a bis.

En ocasiones, cuando hablamos una hora por móvil, creo que piensa que estoy loca, pero accede porque sabe que para mí es algo urgente y no puedo esperar a hablar en persona otro día.

Él si tiene un problema, lo habla. Si le gusta alguien, se lo dice. Si siente algo, lo transmite. Si quiere gritar, grita. Si quiere reírse a carcajadas en medio de la calle, se ríe. Si quiere abrazar a alguien, le abraza.

No está podrido por los convencionalismos. Ni él, ni tampoco lo están sus amigos.

Soy la única persona que conoce y ve con asiduidad que no viste ni indie ni hippie, y que lleva tacones. Eso le hace mucha gracia cuando paseamos… Dice “Cloc, cloc, cloc”, imitando el ruido que hago al caminar, y se ríe. Me dice que lo hago todo complicado. Hasta ponerme zapatos incómodos.

Una vez le dije en broma que es porque vivimos en mundos distintos. Cuando le cuento mis “problemas” les pone solución ipsofacticamente… Pero yo tengo que rechazar sus soluciones, porque en mi mundo las cosas no son tan sencillas y todo el mundo las hace complicadas. Es un hecho.

En mi mundo, las palabras son peligrosas, esconden mil significados y andas siempre interpretando. La gente es falsa, te sonríe mientras saca el cuchillo por la espalda. No reímos a carcajadas por la calle. No saltamos en el trabajo. No chillamos.

Somos comedidos...

Estamos castrados emocionalmente.

Para mí él es un energúmeno, y para él soy yo la que no funciona bien. Son diferentes puntos de vista.

En su mundo, si sientes que quieres, o que necesitas abrazar a alguien, tiene una solución tan fácil como estirar los brazos y demostrar todo tu cariño hacia esa persona. En el mío, estirar los brazos es peligroso, a veces doloroso, y tal vez también esperas un rechazo. Así que muchas veces, te reprimes y por más que quieres no lo haces.

Él no se queda con cosas que quiera hacer. Dice que solo tiene una neurona y la tiene para cosas más importantes que pensar en esas tonterías. Así que si aprecia a alguien y quiere demostrar afecto, simplemente lo demuestra.

En su mundo, expresa lo que siente de forma natural y sin miedos. En el mío, los sentimientos se enquistan y crecen como un cáncer del alma.

No hay quimioterapia para eso. Es algo que a veces se cura, y a veces no. Cuando sucede es con esfuerzo y práctica. Es complicado, pero se consigue aprendiendo a soltarse poco a poco, y perdiendo el miedo.

A veces duele y siempre es muy difícil, pero los pequeños progresos que haces por el camino, valen mucho la pena.

Duele mucho más guardar todo lo que tienes dentro.


*** Now Playing: Benassi Bros - Illusion

10/19/2007

Atrapada

(c) Ai Yazawa - Nana


***Now Playing: Benassi Bros Feat. Dhany Sfact - Hit My Heart

Sigo atrapada en un paseo por Madrid. El Madrid de hace cinco años.

Lo camino. Lo recorro.

Sigo tus pasos. Aquellos que dimos abrazados. Una camisa azul, un vestido negro, de ese agosto hace ya tantos años.

Lo recorro, pero no te busco ya. Me busco a mí entre los recuerdos.

Camino. No espero encontrarte, solo deambulo buscando respuestas.

Me perdí y no puedo volver atrás, no tengo donde, no se donde está mi hogar. El hogar está donde está el corazón, eso dicen...


¿Dónde está el mío? ¿Quien lo tiene? No yo.

Llévame de vuelta a casa...

Sigo atrapada en Madrid, el de este verano, pero no en un bosque de castaños. Me perdí en un mar azul. Me perdí, y naufragué.

Sálvame. Ayúdame. Yo no puedo volver a casa...

Sigo atrapada en un VIPS en Madrid... En la sección de fumadores. Tu helado. Tu cigarro. Mi mirada fija en tus ojos extraños.

Me busco en tu mirada, pero no me reflejo en tus pupilas. En tus ojos yo no existo, pero en los míos abarcas la eternidad.

Sigo atrapada.

Camino los mismos pasos. Otros zapatos. Más años... Pero no puedo escapar.

Y sigo corriendo hacia adelante.

Libérame. Libérame tú que puedes.

Dime que me quieres. Dime que me odias... Pero no te calles.

Libérame y déjame volver a casa, donde quiera que se encuentre.

Tu rostro cambia. Sí, cambia tu cara. Otra faz, otra mirada...

Tan frágil. Tan delgado. Tan indefenso. Tu sonrisa nerviosa escondida detrás de un cigarro.

Quise abrazarte. Quise entenderte. Lo fuiste todo... Y yo ya no soy nada.

Tan frágil. Tan delgado. Tan perdido como yo. Los dos huimos. Los dos dudamos. Los dos buscamos desesperadamente nuestro camino.

El humo nos envuelve y siento envidia. Yo también quiero envolverte en mis caricias.

Ya no queda nada.

Estoy perdida en el silencio, entre mis miedos, entre sonrisas falsas.

Libérame. Libérame tú que puedes.

Dime que me quieres. Dime que me odias... Pero no te calles.

Libérame.

Quiero ser libre, y encontrar mi hogar.



*** Now Playing: Milk Inc. - Loosing Love

Silencio

(c) Benita Winckler - The Hush



*** Now playing: Coldplay - In my place

Es frágil.

Como tú, como yo... Como todos.

Es bello.

Más que yo, pero me atrevo a decir: no más que tú.

Es delicado.

Como las flores. Como el fino suelo que pisamos. Como la línea que nos separa. Como el sentimiento que nos alimenta.

Es misterioso, y a veces mentiroso.

Es nuestra coraza.

Y no sufras, porque cada vez se hace más fuerte.

Se alimenta de tus miedos y los míos. De las cosas que sentimos y no tenemos valor para decir.

Se alimenta de nuestra indecisión. De nuestro llanto.

Y no sufras, porque vivirá mucho tiempo... Mucho más que nosotros.

Arranca fuerzas de nuestras flaquezas, hasta que mañana ya no quede nada, y lo único frágil, bello y delicado se rompa en nuestro interior.

Hasta que hayamos desaparecido en las oscuras y cálidas entrañas de su ser.

Perdidos.

Envueltos en la seguridad de no tener que decir palabras, ni contemplar más caras.

*** Now playing: The Corrs - Breathless

10/11/2007

Nunca me abandones



“Cuando le dices a alguien algo malo
acerca de ti mismo y tienes miedo
de que no te quieran más; pero te sorprendes
de que no solo aún te aman, sino que te aman aun más”.
- Anónimo

He descubierto la literatura del Sol Naciente y me he enamorado, con Kazuo Ishiguro y con Haruki Murakami, así que he decidido ampliar mis horizontes literarios. Supongo que madurez es descubrir que hay sitios donde ni siquiera los dragones llegan y para alcanzarlos tienes que caminar sobre la tierra con tus propios pies.


Sigo con esa sensación interior de haber perdido el norte, y haber perdido el control (lo cual me joroba infinitamente más), pero poco a poco creo que aprenderé a colocar todas las cosas en su sitio.

He leído desde siempre, por lo general por ocio, así que siempre degusto novelas ligeras. Pero en estos momentos leo libros esperando respuestas.

Supongo que quiero conocer otros autores, otros puntos de vista, otras formas de escribir y en el camino aprender a entenderme un poco más.

En la vida siempre hay momentos para todo, y creo que para cada momento hay un libro, así que hace dos días, cuando "Tokio Blues" cayó en mis manos, después de tantos años de oír alabanzas sobre él, llegó en el momento justo en el que yo tendría paciencia para leerlo.

Leo a Naoko, leo a Reiko, leo a Toru, y me identifico con un trozo de cada uno de ellos.

Las páginas pasan y pienso que soy un poco Nagasawa. Yo también sé que estoy deformada, y también intento curarme sola. Es lo que llevo más de un año haciendo cada vez que me analizo.

[...]Reiko, con un cigarrillo entre los labios, también se rió.

- Eres un buen chico. Mirándote, me he dado cuenta. En los siete años que llevo aquí he visto ir y venir a mucha gente. Así que lo sé. hay dos tipos de personas: los que son capaces de abrir su corazón a los demás y los que no. Tú te cuentas entre los primeros. Puedes abrir tu corazón siempre y cuando quieras hacerlo.

- ¿Y qué sucede cuando lo abres?

Reiko, con el cigarrillo entre los labios, juntó las palmas de las manos con aire divertido.

- Que te curas -afirmó.

La ceniza del cigarrillo cayó sobre la mesa, pero a ella no pareció importarle. [...]

Extracto de "Yokio Blues, Norwegian Wood", de Haruki Murakami

Me ha gustado tanto el libro, que he ido a comprar algunos más de él "Sputnik mi amor", y "Al sur de la frontera, al oeste del sol".

La verdad es que soy bastante obsesiva y compulsiva. Cuando descubro algo que me gusta, lo quiero todo de ese algo. Como consecuencia de eso, en cuanto acabe estos tres libros, cogeré los otros tres que hay por ahí de Murakami y acabaré empachada. Necesitaré un período de desintoxicación, y en unos meses podré volver a la carga con él de nuevo.

Me pasó con Orson Scott Card, con Robin Hobb, con Dune. Si algo me gusta, quiero conocerlo todo de ese algo. Absorberlo, inhalarlo, poseerlo. Y entonces es cuando me acuerdo de Patrick Suskind y su libro "El Perfume".

Empezaré a preocuparme el día que quiera destilar libros y personas. Mientras tanto, supongo que está todo en orden (más o menos).

También estoy leyendo "Never let Me Go", pero se ha ido quedando atrás poco a poco, dejado de lado por otras lecturas que me han llamado la atención mucho más. Me imagino que tendré que empezar de cero la próxima vez.

Creo que lo que me llama la atención de lo poco que estoy conociendo de la literatura nipona que nos ha llegado es la sensibilidad que transmite y cómo tratan las situaciones. Tanto Ishiguro como Murakami explican las cosas de una forma especial y sutil. Consiguen emocionarte y hacer que te sientas envuekto en la historia e identificado en muchas ocasiones. Así que son lecturas ideales para mí en estos momentos, a pesar de que los temas que toquen en ocasiones sean peliagudos, y te dejen un regusto amargo.

Estas que estoy leyendo, son historias "reales" a pesar de todo. Como la vida misma. Quizás es que me aburrí de leer cuentos que acaban siempre bien, porque no es eso lo que vivo cada día.

Las cosas salen bien en un porcentaje muy irrisorio que para colmo queda totalmente eclipsado por la cantidad de veces que salen mal. Afortunadamente, esas veces que todo te sale perfecto, te llenan de la vitalidad necesaria para no dejarte arrastrar en la miseria de los fracasos (o al menos no por mucho tiempo).

Me jode ver que a veces no es suficiente esforzarte y darlo todo para conseguir que algo funcione. Creo que más que joderme (porque no es placentero), me frustra.

La gente siempre habla de que si esto es injusto, aquello no "vale". Y a veces yo también caigo en el error. Pero cada vez que digo o pienso algo así yo misma me corrijo "la vida no es justa". Pero bueno, uno se adapta bastante bien. Con práctica al final ya no te importa.

"Never Let Me Go" también llegó en en momento preciso. Curiosamente cogí el libro estando bastante triste, y con un ánimo masoquista de querer sentirme más triste todavía. Pero con todo, no sé porqué no me pasó, y simplemente disfruto de la historia.

Lo que más me llamó la atención yo creo que fue el título. Me impactó muchísimo tanto eso, como las críticas que leí y las recomendaciones de los amigos.

Creo que en cuanto devore "Tokio Blues", haré un alto, dejaré descansar a Murakami, y le seré un rato infiel con Ishiguro.

10/10/2007

El trono vacío



Hace mucho tiempo, empecé a escribir un cuento, de esos que algún año de estos se me dará por acabar. Sé cómo empieza, y sé como acaba, pero lo que sucede por en medio va cambiando cada vez que intento escribirlo.

Hace cosa de un año, vi un libro con el mismo título, pero no lo leí jamás. Creo que tampoco lo haré hasta que escriba mi historia. No quiero contaminarme.

Originariamente la idea de la historia era un poco distinta, pero estos días tengo una sensación encima que me hizo pensar en otro sentido para ese título.

Me quedé pensando en todas esas veces que consigues lo que quieres y aun así es una victoria hueca.

Como ser rey de una tierra devastada en la que no hay nadie a quien gobernar.

No es una idea muy original, claro. Es solo un sentimiento que me corroe.

Imagínate que persigues un puesto siete meses o más. Luchas por él, te dejas la piel… En el momento te parece todo de lo más normal. Es más, lo ves lógico y piensas que vale la pena.

Entonces una mañana te levantas, y ves que conseguiste el cargo que querías. Por un momento, te embriaga la alegría. Pero no estás seguro de que sea porque lo detentas y quieres ejercerlo, o porque conseguiste lo que anhelabas… Y siempre consigues lo que quieres. Es tu filosofía de vida, no hay más.

No existe el “no” como respuesta (salvo que lo digas tú).

Te miras, miras a tu alrededor… Y te sientes incómodo. Empiezas a plantearte si te lo mereces. No dudas de tus capacidades para nada, pero de golpe y porrazo la vida pesa como cinco toneladas más y cavilas… ¿Valía la pena?

No dudas que eres bueno para el cargo, dudas si realmente quieres desempeñarlo.

Quizás los tiempos cambiaron. Quizás cuando tú querías esa responsabilidad era para llevar a cabo unos proyectos, alcanzar unas metas, compartir tus éxitos… Pero la gente con la que quieres compartirlo ya no está… Estabas tan obcecado y preocupado persiguiendo esto, que no viste cómo te ibas quedando solo. O quizás la realidad es mucho peor: te diste cuenta, pero no te importó en absoluto. Cayeron y los dejaste atrás.

Pero hoy, ahora, te preguntas nuevamente: “¿Valió la pena?”.

Entonces te das cuenta de que es una situación ridícula, y por un segundo crees que perdiste las fuerzas.

¿A dónde fueron?

No eres capaz de recordarlo.

Quieres decirle al mundo que lo conseguiste. Te giras, a buscar a los amigos, pero te das cuenta de que tus amigos ya no están. Hace tiempo que perdieron el empuje para llegar juntos a la meta. Reconoces el mordisco insaciable de la soledad... Y la borrachera del éxito se disipa, dejando la resaca del vacío. Sí, ya sabes cual es. Esa sensación asquerosa, de profundo desazón y desconcierto. Como si no pertenecieras a este lugar.

Piensas en mandarlo todo a la mierda, tirarlo todo por la borda. Pero no te lo puedes permitir. No toleras los fracasos, y ahora que tienes el puto cargo, hay gente que depende de ti.

Eh, tío, tu querías un cargo en la cumbre, no puedes abandonar ahora sin más.

Sabes que tienes que tirar adelante.

Sentarte en tu trono sabe a mierda. Todo lo que hiciste por él, lo que luchaste, lo que lloraste, lo que dejaste atrás… Sabe a mierda y bilis.

No es tan cómodo como lo imaginabas.

Lo veías desde fuera y solo contemplabas su brillo. No meditaste que tal vez, era frío e incómodo, y para acabar de arreglarlo estás más alto que los demás. Sí, claro: tienes una vista maravillosa del mundo desde ahí.

Pero no se te ocurrió jamás que con ese ángulo de visión estás expuesto a todo el mundo, y todos verán el más pequeño de los fallos que cometas. Te cegaron las ansias de poder.

Ahora sientes pánico a equivocarte y quedar expuesto a la vista de todos. No quieres fallarle a nadie, no quieres llegar al punto de rehuir sus miradas, esconderte y sentirte terriblemente culpable por tus errores.

El peso sobre tus hombros se incrementa en cinco toneladas más... Y te preguntas si tendrás las fuerzas, el temple, el empuje necesario.

¿No querías tomar decisiones? Pues aquí tienes tres tazas.

No puedes escapar y te agobias. Por un momento, te ves sentado en la cárcel que elegiste tan alegremente. Tu nuevo sillón no es un premio, es una esclavitud. Se te antoja la idea que el brillo no es porque sea de oro.

Tu cabeza se dispara y fantaseas. Seguramente era un metal de mierda si bruñir siquiera, y todo el resplandor es debido a la cantidad de almas e ilusiones que absorbió desde que lo crearon. De toda la gente que se sentó aquí antes que tú.

A más luchaban, más alegrías dispersaban. Los éxitos no compensaban las penas. A más luchaban, más consumía sus sueños. Más grises se volvían. Pero tú todo esto no lo veías desde fuera.

Es una maldición.

Miras abajo, ves las caras esperanzadas de la gente, despreocupada. Te miran con ojos anhelantes mientras esperan que les libres de sus errores, de sus estupideces. Te piden en silencio, detrás de sus sonrías, que les salves de sí mismos para que puedan vivir alegres y despreocupados.

Te imploran en silencio que tercies por ellos, que les cuides, que colmes sus casas de alimentos.

No son conscientes de lo mucho que te cuesta, o quizás sí, pero no les importa. Como tampoco eras consciente tú cuando estabas abajo.

Estás sacrificando tu ser por esa gente, dejando de ser tú, conteniéndote, anulándote, por el bien de los demás. En tu interior gritas y te consumes mientras sientes que te pierdes en ese mar de ojos suplicantes.

Has condenado tu alma, has ofrecido tu mente, y sientes que cada vez te disuelves más y más. Eres perfectamente consciente de que mientras estés aquí arriba jamás podrás ser la persona que eres en realidad.

De hoy en adelante medirás tus actos, valorarás sus consecuencias, y así una y otra vez, incluso mientras duermas.

Quieres gritar desesperadamente, pero no puedes hacerlo. No, un buen rey es comedido. Ellos pueden gritar, pero tú jamás podrás permitirte ese lujo. No puedes perder las riendas de la situación. Tendrás que sonreír incluso en el más aciago de los días, incluso el día que se te rompa el corazón.

La paranoia aumenta y parece que están gritado todos dentro de tu cabeza. Quieres hacerles callar, pero te das cuenta de que nadie habla y lo único que pasa es que te aplasta la responsabilidad.

Sí, tendrás que sonreir, aunque lo único que quieras sea suicidarte. No existe esa posibilidad para ti.

Honor. Responsabilidad.

Es tu primer día y ya estás enloqueciendo. Quieres que dejen de mirarte y que pidan consejo a otro, pero eres tú el que está aquí sentado.

Piensas en el tiempo que te queda por delante y todo lo que te queda por luchar. Y por un momento tu único alivio es formar a alguien, para cederle el sitio y ser libre de nuevo.

Ahora lo único que esperas es que cuando te marches quede un poco de resplandor en ti, y no te hayas consumido por completo.

10/01/2007

Dios los cría, ellos se juntan...

... Y el viento los barre.

También podría servir "Mal de muchos, consuelo de tontos".

Estaba leyendo las noticias, como cada mañana, y ya el viernes me pareció escuchar algo de esto.

Parece que invertarse la propia vida es algo más frecuente de lo que me pensé en su día... No entiendo cómo puede estar tan enferma la gente, por favor... Y para muestra otro botón. Aunque esta mujer superó con creces a mi ex-mejor-amigo, con un impacto mediático muy considerable y aguantando (no sé cómo) el palmito tantos años delante de todo el mundo.

Desde luego... Qué vida más triste para tener que organizar algo de este calibre.



*** NEWS - La Vanguardia, Ed. Digital, 1 de octubre de 2007

Una buena profesional y mejor embustera

Fue en el verano del 2001 cuando la barcelonesa Alicia Esteve Head empezó a ser la neoyorquina Tania Head que hoy, una vez descubierta su farsa como superviviente del 11-S, ocupa tantos titulares en la prensa de ambos lados del Atlántico. Tras una vida dedicada a los estudios empresariales y al trabajo en una importante compañía local, encontró en la tragedia del World Trade Center de Nueva York un nuevo espacio para desarrollar sus fantasías: historias que, al parecer, siempre inventó sobre su vida sin importarle el daño que pudiera hacer a los demás (y a sí misma).

Durante su formación académica, Alicia Esteve pasó por diversos centros universitarios, entre ellos Esade, una de las escuelas de negocio más importantes de Europa. Allí, entre los años 1999 y 2001, cursó un máster en gestión empresarial (MBA). Fuentes de esa escuela la recuerdan como una buena alumna que aprobó sin problemas. Sus compañeros, sin embargo, no guardan el mismo recuerdo. La apoyaron cuando quiso ser delegada de curso, pero a las pocas semanas de haberla votado se dieron cuenta del error. Utilizaba el cargo para darse un protagonismo excesivo en lugar de trabajar por los intereses de sus compañeros. Así que pidieron a los profesores una nueva votación para retirarle el cargo de representante de los alumnos.

A pesar de que hacía bien su trabajo, Alicia Esteve se quedaba sin amigos a causa de sus historias inverosímiles y su afán de ser constantemente el centro de atención.

A finales de los años noventa, cuando era una empleada de Hovisa, la compañía que gestionaba el complejo turístico en torno al hotel Arts, consiguió la confianza del directivo Takeshi Hironaka. Sogo era entonces uno de los principales socios de Hovisa. Era muy importante que los empleados dominaran el inglés y Alicia, gracias a que es inglesa por parte de madre, cumplía este requisito a la perfección: fue la secretaria de Hironaka.

Sin embargo, apenas tenía compañeros en los que poder confiar. Uno de los que más atención prestaban a sus cuentos recuerda para La Vanguardia relatos que ahora no sabe si creerse: "En 1999 Alicia me explicó sus planes para el Fin de Año, ya que había previsto una gran entrada en el nuevo siglo. Me contó que primero viajaría a las islas Tonga, en la Polinesia - primer lugar del año 2000 en que se podría contemplar la salida del sol-, y que inmediatamente después viajaría a Australia para despedir al siglo XX. Me tenía confianza, y también me explicó que su madre había sido invitada a la boda de la infanta Cristina porque en segundas nupcias se había casado con un hombre muy relevante de la sociedad catalana, aunque no me quiso desvelar de quién se trataba".

El afán de protagonismo le llevaba, en más de una ocasión, a dar lástima a las personas de su entorno. Las heridas en un brazo que supuestamente se hizo durante los ataques terroristas del 11-S contra las Torres Gemelas resultaron ser en Barcelona la consecuencia de un accidente con un Ferrari. A otro compañero le contó en una ocasión que, además de tener el brazo impedido, "llevaba una prótesis en la cadera a causa de una fractura producida por el mismo accidente de coche". Su mano - explica el mismo compañero- daba bastante angustia y me confesó que acudía con frecuencia a la clínica Mayo, en Minnesota, para reconstruírsela con injertos".

Fue con esta sobredimensión de la realidad que Alicia viajó a Nueva York en el verano del 2001, unas semanas antes de que Al Qaeda destruyera las Torres Gemelas. El atentado le abrió las puertas a la hipérbole fantasiosa que ha vivido desde entonces como falsa superviviente de esa matanza.