12/18/2007

Fósil

Cines Urgel - Barcelona

"Todo tiempo pasado fue mejor"


Tenía un aforo de mil cuatrocientas cuarenta y ocho personas, que juntas se emocionaban. Reían, lloraban, padecían, se asustaban, y se revolvían en los asientos tapizados de grana, mientras sus manos nerviosas o exaltadas se aferraban con fuerza a los reposa-brazos acolchados.

El espectáculo empezaba, no cuando se silenciaba la sala, no. Tampoco empezaba cuando se apagaban las luces y sonaba aquella sintonía familiar. Empezaba cuando las pesadas cortinas de terciopelo a juego con el resto de la decoración, se recogían para dar paso a esa pantalla gigante donde se proyectaban viejas películas.

La industria, el capitalismo, la avaricia… El “progreso” en definitiva, la mató y lo único que queda de aquellos días de gloria es el cadáver de un cine que no durará más de cinco años en pie, en el mejor de los casos.

Te sientas esperando que de comienzo la sesión mientras cuentas las personas que conforman hoy el público contigo. Veintisiete personas de un total de mil cuatrocientas cuarenta y ocho.

Sí. La muerte acecha lentamente entre las cuatro paredes, quizás escondida detrás de las cortinas.

Y con la luz aun encendida, recostada en la butaca, tu espalda apoyada cómodamente en ese respaldo donde cientos de miles de personas antes que tu disfrutaron de buenos momentos con la familia, con los amigos, tonteando con su futura pareja; echas la vista atrás.

Recuerdas aquel cine de barrio y las colas gigantescas que daban la vuelta a la manzana para ver el estreno de Star Wars. Era tan emocionante, ir de la mano de tus padres, pedirles palomitas, coger tu cocacola y ver la película como podías porque eras tan pequeña que la cabeza de la persona de enfrente tapaba la mitad de tu campo de visión.

Aun no se habían inventado las sillitas para niños que te ponían a la altura de un adulto en tu butaca, durante la proyección.

¿Qué será del Batman del futuro? ¿Cómo nacerá? Porque no matarán a sus padres a la salida de la última sesión del cine. De hecho, tampoco le matarán al recoger el dvd de la máquina del videoclub de abajo.

¿Quizás entrarán en su casa por la fuerza, disparando con pistolas, destrozando puertas y mobiliarios y revolviéndolo todo sin conformarse con el collar de perlas, la cartera, el bolso y el reloj de mano?

Sí, mientras los tres miran la película de turno programada en el canal digital, satélite, por cable o lo que sea; repantigados en el cómodo sofá de piel de diseño, con sus palomitas de microondas y la televisión de plasma de 140”.

Realmente es probable que Batman no llegara a nacer, porque en la soledad del piso, los forajidos simplemente les hubieran disparado a los tres a bocajarro, sin tener que desaparecer por el callejón, como sucedió con el original.

¿Qué será de las citas inocentes para ver una película?

Aquellas primeras escapadas en soledad con los amigos, a ver Depredador… La primera cita con la excusa de ver Parque Jurásico o Terminator 2.

Ya no vibrarás con el son de los otros mil corazones acongojados por la tensión en el ambiente, y Alien sabrá a poco aun en la mejor televisión que puedas tener en tu casa. Faltará algo.

Ya no existirá la complicidad del sitio a oscuras, peligroso, íntimo y tentador. Aquella sensación de “tan cerca pero tan lejos” arropados en la seguridad de una luz tenue. Estará el “en tu casa o en la mía” edición-especial-coleccionista 4-dvds-con-comentarios-del-director.

El tiempo de los anuncios ha pasado en tu butaca de color grana. Se abre el telón, aparece la pantalla.

Escuchas la sintonía del cine una vez más, y callas. Se hace el silencio y la complicidad revolotea entre los otros veintiséis espectadores y tú.

Y disfrutas de la película en uno de los últimos grandes cines de Barcelona, mientras sabes en tu interior que se trata de un fósil, de un muerto viviente condenado a desaparecer como un enfermo terminal, con sus días contados.

Tal vez no hoy, tal vez no mañana, ni la semana que viene… Pero pocos años le quedan.

Y, en el mejor de los casos, dará paso a su tataranieto, el multicine… O cerrará los ojos para siempre sin dejar descendencia detrás, más que el recuerdo de todos los que nos emocionamos viendo grandes películas acompañados.

(Gracias mami, por llevarme a ver Beowulf).

2 comentarios:

Noemi Risco Mateo dijo...

Un gran cine de Barcelona era el Alcázar en Rambla Catalunya y se lo cargaron hace un par de años para poner una tienda. Cada vez que paso y veo la gran lámpara, lo único que conservaron de esa gran sala, me entristezco.
Saludos,
Tanakil.

Noemi Risco Mateo dijo...

Un gran cine de Barcelona era el Alcázar de Rambla Catalunya, que cerraron hace un par de años para poner una tienda. Cada vez que paso por delante y veo esa enorme lámpara colgando del techo, lo único que conservaron de esa gran sala, me entristezco.
No soporto los multisalas, ¿qué hay de aquellos magníficos cine-teatros? Espero que no nos quiten el único que queda ya, el Coliseum.
Un saludo,
Tanakil.