Cantares...
Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.
Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...
Nunca perseguí la gloria.
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...
Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso...
Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."
Golpe a golpe, verso a verso.
Antonio Machado
Antonio Machado
Hace unos días iba al trabajo leyendo el segundo tomo de “Sunadokei”, publicado en España por Panini Comics, bajo el nombre de “Reloj de Arena”.
La verdad es que, siendo sincera, últimamente de comics leo casi todo shojo. Sigo tres series que me gustan bastante la arriba mencionada, después “Érase una vez nosotros” (Bokura ga Ita), y Galism. Después tengo un montón de historias en cola, cosa que subsanaré en los meses venideros, cuando sea fija en febrero ya.
Afortunadamente de Bokura ga Ita están sacando el anime, y cada semana miro el capítulo correspondiente. Suerte que me defiendo plenamente en inglés, porque eso me da la oportunidad de disfrutar de muchas series subtituladas, que de otra forma no podría entender a pesar de verlas. Esta mañana ya he encontrado el capítulo número ocho.
La típica historia shojo es chica conoce chico, se enamoran, pasan un montón de penurias y al final acaban juntos. Todo un tópico. Pero aun así, no puedo dejar de leerlas. Me encantan. Aunque sepa cómo van a acabar, y que de hecho espero que así sea, las compro y las leo. Y después las que más me gustan las releo.
Me he dado cuenta que si lo pienso fríamente, a pesar de conocer el final, lo que me gusta es disfrutar del camino que recorren los personajes hasta alcanzar su destino.
Disfrutar del camino.
Recuerdo que venía en el bus pensando justamente eso, cuando el transporte doblaba por Sants Estació y me fijaba en los edificios que han tirado abajo frente a la estación de autocares.
Grunttt me ha insistido siempre en que lo importante muchas veces, es disfrutar del camino, a pesar de saber hacia dónde conduce, e incluso cuando todavía no lo sabes. Y me puse a reír para mis adentros cuándo yo sola pensé que me gusta leer esas historias aunque sepa que los personajes acaban juntos, sólo por el hecho de disfrutar de las cosas que les pasan mientras tanto.
Soy de pensamiento rápido y raudo enlace de ideas. Unas me llevan a otras a una velocidad descomunal, de manera que en la mayoría de ocasiones cuando hablo, cambio de tema aun sin haber acabado la frase anterior. Muchas cosas que comunicar y muy poco tiempo. Ya lo he comentado alguna vez.
Me pareció un poco ridículo y triste que lo que me hubiera hecho analizar fríamente esto fuera un shojo. Precisamente porque yo siempre estoy más pendiente de a dónde me lleva todo, más que de disfrutar del momento.
Y eso en cierta medida me recordó el poema de Antonio Machado que encabeza el post. Cada uno interpreta la poesía y las historias como quiere. Muchas veces puedes leerlas una y otra vez y en cada momento decirte una cosa distinta. Por eso disfruto leyendo y releyendo algo una vez y otra, en momentos distintos de mi vida.
Intentando asimilar esa filosofía, estoy haciendo esfuerzos conscientes por degustar lo que me pasa día a día. No digo que mi mente no se disperse hacia el futuro de forma casi constante. Soy incapaz de estudiarlo todo a corto plazo. Analizo a largo, casi de forma instintiva.
Pero ahora lo que hago es, sin perder ese largo plazo de vista, pasarlo bien cada día.
Supongo que hay cosas y momentos que si no los exprimes como a una naranja, hasta la última gota, y los saboreas en el momento, pierden la esencia (como beberte el zumo de naranja del día anterior, que de Vitamina C, debe de tener bien poca ya).
Imagino que habrá una cantidad considerable de cosas que merece la pena que te sumerjas en ellas y vivas esos instantes, porque después cuando el momento pasa, no podrás volver atrás para degustarlas.
Estos días, estoy muy tranquila, y bastante contenta. Tengo mis momentos de histeria personal, claro, si no, no sería yo. Pero todo, por lo general, me parece fantabuloso.
Hay por ahí un inconsciente que se ha atrevido a intentar aguantarme (probablemente sea candidato a “Record Guiness a la Persona más Martirizada de la Historia”). Y me lo paso muy bien cuando lo veo. Para más alegría, es del grupo de gente con la que salgo últimamente.
La casualidad tiene mucho que ver con las bifurcaciones de la vida. Siempre he pensado que las casualidades no existen, pero supongo que tengo que rectificar, y decir que en ocasiones, la casualidad existe y juega un papel muy importante en los acontecimientos.
Por allá por abril, cuando comencé el blog, me registré en un foro sobre uno de mis libros favoritos (gracias “Ex”, por haberme dejado y ponerme lo bastante histérica y de mala ostia como para querer gastar mi tiempo en éste mi precioso blog y en otras actividades superfluas como los foros online; de no ser por él, no conocería a estas fantásticas personas).
Como hago siempre, tardé un tiempo entre leer y registrarme. Pero al final lo hice y me alegro mucho por ello. Un buen día por allá por junio me fui al cine con estas buenas gentes a ver X-Men III y desde entonces vamos quedando para ver películas y mantener noches de tertulia.
Me lo paso en grande.
La casualidad hizo que nos conociéramos, y que nuestros caminos se juntaran. Ignoro si el día de mañana seguiremos juntos o cada uno se irá por su lado, pero mientras tanto, disfruto de los buenos momentos, y si mañana no estamos ya juntos tendré bonitos recuerdos.
Esta semana no he escrito apenas. La verdad es que estaba muy hecha polvo, y tenía la cabeza en otros menesteres. Como suelo decir “tengo muchas cosas en mente, pero soy una mente dispersa”. Me he dedicado a la vida marmotil, ya que tenía cansancio acumulado desde el lunes pasado, y este fin de semana dormí quizás 5 horas en dos días y medio. Una animalada.
Pero fue por una buena causa.
El pasada sábado fuimos a ver “La joven del agua”. No entraré en detalles sobre la película, si bien para mí, fue una más del montón. La verdad, fue la excusa para que quedáramos en tropel. Y a la noche celebramos en cumpleaños de la que me parece es la alevina del clan.
Esas celebraciones sorpresa, compartir opiniones y una pizza guarra, hablar hasta más allá de las siete de la mañana, las risas, el jolgorio, las fotos de momentos estelares, todas esas son cosas que me hacen alegrarme cada día de haberlos conocido.
Casualidades y caminos.
Al final tendré que darle la razón a algunas (no pocas) personas, que me decían que no viviera tan obcecada pensando en lo que pasaría mañana si yo hacía hoy estoy y lo otro. Soy probablemente mucho más feliz ahora, que intento disfrutar de lo que tengo.
Supongo que como todo, debe de ser cosa de práctica.
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