-Quizá uno no pueda -dijo Humpty Dumpty-, pero dos sí. Con la ayuda adecuada, podrías haberte quedado en los siete años.>>
-Lewis Carroll, "A través del espejo"
Introducción
Escribir es volar en sueños.
Cuando te acuerdas. Cuando puedes. Cuando funciona.
Es así de fácil.
- Libreta del autor, febrero de 1992
Lo hacen con espejos. Es un cliché, por supuesto, pero también es verdad. Los magos los han estado utilizando, colocados normalmente en un ángulo de cuarenta y cinco grados, desde que los victorianos comenzaron a fabricar espejos fiables y claros en grandes cantidades, hace bastante más de cien años. John Nevil Maskelyne empezó, en 1862, con un armario que, gracias a un espejo colocado con astucia, ocultaba más de lo que dejaba ver.
Los espejos son objetos maravillosos. Parece que digan la verdad, que nos devuelvan el reflejo de la vida; pero pon uno en la posición adecuada y mentirá tan convincentemente que creerás que algo ha desaparecido sin dejar rastro, gente escondida tras los bastidores o en el foso son fantasmas que flotan sobre el escenario. Oriéntalo bien y el espejo se convierte en una ventana mágica; mostrará cualquier cosa que puedas imaginarte y quizá algunas que no puedas.
(El humo difumina los bordes de las cosas.)
Los cuentos son, de un modo u otro, espejos. Los usamos para explicarnos cómo funciona el mundo o cómo no funciona. Igual que los espejos, los cuentos nos preparan para el día venidero. Nos distraen de las cosas que hay en la oscuridad.
La fantasía, y toda la ficción es una fantasía de un tipo u otro, es un espejo. Un espejo deformante, desde luego, y ocultador, si está colocado a cuarenta y cinco grados de la realidad, pero aun así no deja de ser un espejo, que podemos utilizar para decirnos cosas que tal vez de otro modo no entenderíamos. (Los cuentos de hadas, como dijo una vez G.K. Chesterton, son más que verídicos. No porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que a los dragones se les puede vencer.)
El invierno ha empezado hoy. El cielo se ha vuelto gris y se ha puesto a nevar y no ha dejado de hacerlo hasta bastante después de que anocheciera. Estaba sentado en la oscuridad y miraba la nieve que caía, y los copos brillantes con luz trémula mientras bailaban entrando y saliendo de la luz, y yo me preguntaba de dónde venían las historias.
Éstas son las cosas que uno se pregunta cuando se gana la vida inventando historias. Sigo sin estar convencido de que sea la actividad más apropiada para un adulto, pero ahora es demasiado tarde: parece que tengo una carrera con la que disfruto y que no supone levantarse demasiado pronto por la mañana (Cuando era pequeño, los mayores solían decirme que no me inventara cosas y me advertían de lo que me sucedería si lo hacía. Que yo sepa, hasta ahora parece que supone hacer muchos viajes al extranjero y no tener que levantarse demasiado pronto por la mañana.)
[...]
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Este libro no tiene desperdicios, si se presenta la ocasión, hay que leerlo... Y no hay que dejar escapar tampoco "Stardust".
Neil Gaiman es un alma sensible.
1 comentario:
Gaiman es... es sencillamente genial. Y aparte de Stardust y Humo y espejos, tampoco hay que dejar escapar Neverwhere.
Gracias por publicar la introduccion, ahora estoy muy lejos de mi casa, y sentia la necesidad de leerlo. Gracias.
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