A veces –y solo a veces-, Joan me hace alguna buena recomendación de película que me pueda entretener.
La verdad es que ir con Joan al cine es algo peculiar, porque él es muy cinéfilo, como Aleix. Es de esas raras y escasas personas que se quedan a ver una película hasta el final, dónde esto incluye los títulos de crédito (y no porque esperen las tomas falsas, si no porque quieren saber qué personas han participado en todo el proceso de elaboración del film).
Imagino que así como yo sé cantidad de datos estúpidos (o sabía) sobre ilustradores, guionistas, dibujantes, mangakas, escritores y tal, ellos saben muchos datos estúpidos sobre el mundo del cine. Cada uno es friki de lo suyo.
Creo que fue hace dos embarques, que me recomendó una película: “Déjame entrar”. Claro que mi última experiencia con él fue “Happy goes Lucky”… Una peli que bueno… Lo mejor que puedo decir de ella es: “rara”. Una tía soltera de treinta tacos que es profe de niños pequeños y te explica su día a día y las relaciones (extrañas) con el entorno… No sé… Yo soy del tipo de personas que ven una peli y se dedican a buscar el “por qué”, o a atiborrarse de palomitas. Es solo que Happy me descentró tanto que no pude ni embuchar el estómago de maíz. No entendía bien el trasfondo de la peli: no pasaba nada, era simplemente la vida de la tía.
Como cuando vi con leo en casa la mini serie de la tele “Dead Set” que era un gran hermano con zombies. Que de paso hay que decirlo: fue todo un logro, odio las pelis o similares de terror o parecido. Total que me pasé ahí dos días (porque lo vimos en dos jornadas), contemplando la pantalla, debajo de mi mantita de ver la tele, abrazada al peluchote de Emil (porque Emil estaba MUY interesado en ver el serial, má que yo incluso…); e intentando averiguar porqué cojones se había convertido la gente en monstruos. Total, que llegó el final y me quedé igual que al principio. Resultó que en ese tipo de cuestiones, no importa porqué aparecían los zombies, si no cómo la gente se enfrentaba a los hechos. En fin…
Así que nada, yo que soy de pelis de cocacola, gominotas y palomitas, recordando la experiencia de Happy, fui un poco escéptica a ver “Déjame entrar”.
Internet tiene un montonazo de cosas buenas. Abarcas una cantidad abrumadora de información con escasas pulsaciones sobre el teclado y/o un clic. Lo malo es que muchas veces consigues más información de la que querías, o una distorsión de lo que buscabas.
Ahí estaba yo: delante de Dios Google; y Dios Google me respondió. Resulta que era una de esas pelis basadas en novela previa… De esas cosas modernas suecas… Como lo de Millenium, vamos… Y todo el mundo ahí dale dar por culo con Millenium por aquí y por allá. Así que nada, “Déjame entrar” se esfumó de las carteleras sin que me dignara a pisar una sala de proyección.
Sin embargo, a los meses, había finiquitado los libros más urgentes de la cola de lectura y estaba hasta la moral de magos y dragones. No sé porqué, me acordé de Eduardo, otro conocido… Y le pregunté (porque tiene muy buen criterio con las letras) qué me podía recomendar –ya que su universo literario es más vasto que el mío-. Y me dijo… Millenium y “Déjame entrar”. Vaya cojones… Putos “Hombres que no amaban a las mujeres”. Así que como mi religión me prohibía comprar los libros de Larsson (por Cabezonería), compré el otro, miré la contraportada y lo dejé en la pila de libros para leer, porque una vez conocida la sinopsis no estaba muy convencida… Pero tampoco quería devolverlo, porque llegaría el día que querría pasar mi tiempo con él -siempre es muchísimo mejor leer el libro que ver la peli-.
Y el día llegó, por fin, esta semana.
De paso, aprovecho a confesar que también claudiqué y leí Millenium… Pero eso ya en detalle otro día, aunque tenía que comentarlo porque me dio la sensación al acabar hoy “Déjame Entrar” que estos nórdicos están locos. Parecen muy obsesionados con la violencia, las violaciones, los crímenes, los abusos, el mobbing, y el como-se-diga-ing que está tan de moda con los niños en el cole. Bullying o algo así creo que se llama.
Pues… Qué puedo decir del libro, sin comentar la trama ni los detalles, porque me gustaría que si alguien se lo lee, lo haga sin buscar información ni leer la sinopsis ni nada. Leer esa sinopsis te jode las setenta primeras páginas de la novela y te estropea una de las sorpresas más maravillosas de la historia.
Creo que se puede definir como un revuelto cojonudo de un montón de ideas, con muchos personajes cuyas vidas se ven entremezcladas, en parte porque sucede casi todo en el mismo barrio. Aunque en ocasiones pasan tantas cosas que puede resultar mareante.
La historia en sí es muy dura, o al menos para alguien como yo que cuando aparece un problema, llega el mago de turno, lanza bola de fuego y que le jodan al malo. No estoy acostumbrada a la crueldad del ser humano. Eso es lo novedoso para mí de este tipo de literatura “negra”. Para mí lo normal es que el malo sea un rey que se ha vuelto loco, un dios de una dimensión paralela que busca nuevos súbditos, el mago que persigue más poder del que le corresponde, el caballero depravado… Así que cuando te enfrentan a la realidad, donde los humanos se presentan como son con todo lo bueno y todo lo malo… Me abruma. Porque aquí John Ajvide Lindqvist se queda a gusto. Llegas a sentir verdadero asco por la gente y a pensar que los humanos no merecen vivir (cosa que ya pienso muchos días de por sí cuando veo las noticias).
Pero el conjunto, y cómo lo liga todo, es muy bueno, y eso puede apreciarlo incluso una profana del género como yo, con sus descripciones tediosas y su punto de morbosidad.
Supongo que tendré que darle las gracias a Joan y a Eduardo, a fin de cuentas. Tal vez hasta me animo a ver la película al final.
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