Who waits forever anyway…
Me alegro. Me alegro mucho. En serio.
Me alegro mucho de poder cerrar los ojos y descansar de una vez por todas, por fin.
Aunque esté oscuro, y sea de noche, y ya no se oiga nada a mi alrededor. Aunque ya no haya más voces ni nadie más esté despierto a mi lado. Aunque empiece a hacer frío y me haga consciente poco a poco de la humedad que cala mis jeans viejos dejándolos pegados a mi piel.
Aunque lo único que pueda oír de fondo es música de Queen, que me recuerda levemente a mis padres. Aunque deje atrás un montón de personas que quizás debería echar de menos.
Aunque lo último que llegue a detectar es ese aroma gaseoso ligeramente familiar.
Qué suerte tienen los animales, que no les educan para torturarse mentalmente, ni se sienten ligados a nada, ni guardan resquicios de culpabilidad. Nada dura para siempre.
Estoy cansada de todo. De levantarme cada mañana, de sonreír aunque no quiera, de ser amable, de vivir vacía. No hay una sola noche que me pregunte por qué motivo debería levantarme una mañana más, y que me cuestione qué es lo que hace que la gente tire para adelante.
Lo he hablado mucho, escucho por ahí cuando la gente comenta entre sus amigos. Por la familia, por los amigos, por los hijos, porque es pecado, porque no hay otra oportunidad.
A mí eso de vivir se me hace muy pesado. No le encuentro ningún sentido, a pasar un día tras otro en la miseria, en el trabajo, en la desesperación. Incluso he llegado a pensar porqué al Estado no le gusta que la gente se suicide, y la única respuesta viable que encuentro es: porque son menos impuestos. ¿Te imaginas que hubiera una hecatombe y el cincuenta por ciento de la población activa decidiera suicidarse? Bueno, hazte una idea de dónde acabaría la economía. No me creo todas esas monsergas de la ética, la moral y la Iglesia. A fin de cuentas, es mi vida, es mi cuerpo, y en todo caso, es mi alma. Nadie más que yo tendría derecho a decidir aunque estuvieran a tiempo.
Siempre creí que acabaría en un psiquiátrico. No fue así. Seguramente mi idea de los sanatorios, como otras tantas impresiones en mi vida, es un tanto romántica y no existe.
Me pasé toda la vida buscando una respuesta, pero es difícil siendo atea. Quizás es por eso por lo que la gente cree en algo, para no volverse locos, para no sentirse tan extremadamente vacíos y creer que vivir tiene algún tipo de sentido y al final existe una recompensa.
Mírame, soy la viva imagen de la locura. Si la humanidad por la mañana pensara que lo único por lo que se levanta el país es por pagar la hipoteca… No llegaríamos a ningún sitio.
No entiendo por qué yo pienso así y los demás no, y sé que no es un tema que pueda tratar abiertamente. Aun gracias que de tanto en tanto puedo comentar esto con alguien sin que piensen que estoy loca de remate. Aunque bueno, ya no tiene mucha importancia.
Muchas veces he tenido esa sensación de irrealidad. Como si la vida fuera una película que le pasa a otra persona y que en algún momento alguien la “hará” saltar, y contemplo lo que sucede en tercera persona. Creo que en esos momentos de alienación mi mirada debe ser bastante extraña, cosa que la gente entiende como “pasotismo” pero es que simplemente me parecen de mentira. Como si lo que hablaran no fuera conmigo.
Después, no sé cómo, parece que alguien toca un interruptor y conecto de nuevo con la realidad, aunque no es algo que me guste mucho. Por eso supongo que en el fondo muchas veces me dado lo mismo que me gritaran, porque para mí eso estaba pasando en algún sitio ajeno a mi persona.
Con todo, aunque lo mío me ha costado, he conseguido llegar bastante lejos.
Sé lo que va a pensar todo el mundo mañana, cuando se levanten y no me vean. No es culpa suya, en absoluto. Él simplemente fue la gota que colmó el vaso de mi estupidez.
Qué le voy a hacer si soy así de estúpida, que tanto me fío de los demás, que tanto doy. Quizás tenía tantas ganas de sentirme completa… Pero una patada tras otra, una puñalada tras otra, por más que te levanta llega un día que te hace tanto daño que no lo puedes remediar. Y aquí estamos.
Llegas a creer que no vales una mierda. Para nadie. Llegas al punto que estás cansada de escuchar, “él se lo pierde”. ¿Por qué? ¿Por qué es malo ser como eres? ¿Por qué es malo demostrar afecto? ¿Por qué es malo querer a alguien? ¿Por qué parece que lo único que te hace sentir vivo es el dolor? Qué lástima que nos engañen diciendo que vinimos al mundo a ser felices. Mentira. Vinimos a llorar y a sufrir. ¿Por qué querría nadie ser padre en un infierno así?
He sufrido muchas veces, como todos, me imagino. Si escribiera un libro con la cantidad de absurdidades que me han pasado… No lo compraría nadie por fantástico. Pero esta vez ya no tengo fuerzas para levantarme y continuar, porque no quiero que la historia se repita una vez tras otra. Ahora soy consciente de que no valgo nada para nadie, ni siquiera para mí. Que valgo menos que un recuerdo, que valgo menos que una quimera. ¿Tan horrible soy? ¿Tan poco valgo? Que incluso un fantasma que llega del pasado es capaz de desbancarme con tres palabras burdas…
Me he aburrido de escuchar que no me preocupe, que vendrá otra persona, que es un imbécil, que no me merece, que no vale la pena. En el fondo es que simplemente, nada lo vale, ni siquiera vivir. Que es un idiota, que más vale saberlo ahora que más adelante. Que es un pusilánime, un blando, etc… Bueno, ¿y qué soy yo entonces? Una idiota, una crédula, una desesperada, una indeseable.
No me quiero levantar mañana para ver repetida la misma película con un nuevo protagonista estelar, ni quiero que se levante nadie más.
Y aquí estamos, juntos los tres. ¿No es maravilloso? Él con el tiro en la cabeza con sus ojos cristalinos desgarrados en horror al contemplar la figura de ella, degollada, su sangre empapándonos la ropa; y yo con ese sopor tan acuciante, esas ganas de dormir que no puedo reprimir mientras Queen suena de fondo, como una canción de cuna después de la cual ya no quedará nada más que una sonrisa en mi cara por haber escapado de esta mierda de vida.
Me alegro. Me alegro mucho. En serio.
Me alegro mucho de poder cerrar los ojos y descansar de una vez por todas, por fin.
Aunque esté oscuro, y sea de noche, y ya no se oiga nada a mi alrededor. Aunque ya no haya más voces ni nadie más esté despierto a mi lado. Aunque empiece a hacer frío y me haga consciente poco a poco de la humedad que cala mis jeans viejos dejándolos pegados a mi piel.
Aunque lo único que pueda oír de fondo es música de Queen, que me recuerda levemente a mis padres. Aunque deje atrás un montón de personas que quizás debería echar de menos.
Aunque lo último que llegue a detectar es ese aroma gaseoso ligeramente familiar.
Qué suerte tienen los animales, que no les educan para torturarse mentalmente, ni se sienten ligados a nada, ni guardan resquicios de culpabilidad. Nada dura para siempre.
Estoy cansada de todo. De levantarme cada mañana, de sonreír aunque no quiera, de ser amable, de vivir vacía. No hay una sola noche que me pregunte por qué motivo debería levantarme una mañana más, y que me cuestione qué es lo que hace que la gente tire para adelante.
Lo he hablado mucho, escucho por ahí cuando la gente comenta entre sus amigos. Por la familia, por los amigos, por los hijos, porque es pecado, porque no hay otra oportunidad.
A mí eso de vivir se me hace muy pesado. No le encuentro ningún sentido, a pasar un día tras otro en la miseria, en el trabajo, en la desesperación. Incluso he llegado a pensar porqué al Estado no le gusta que la gente se suicide, y la única respuesta viable que encuentro es: porque son menos impuestos. ¿Te imaginas que hubiera una hecatombe y el cincuenta por ciento de la población activa decidiera suicidarse? Bueno, hazte una idea de dónde acabaría la economía. No me creo todas esas monsergas de la ética, la moral y la Iglesia. A fin de cuentas, es mi vida, es mi cuerpo, y en todo caso, es mi alma. Nadie más que yo tendría derecho a decidir aunque estuvieran a tiempo.
Siempre creí que acabaría en un psiquiátrico. No fue así. Seguramente mi idea de los sanatorios, como otras tantas impresiones en mi vida, es un tanto romántica y no existe.
Me pasé toda la vida buscando una respuesta, pero es difícil siendo atea. Quizás es por eso por lo que la gente cree en algo, para no volverse locos, para no sentirse tan extremadamente vacíos y creer que vivir tiene algún tipo de sentido y al final existe una recompensa.
Mírame, soy la viva imagen de la locura. Si la humanidad por la mañana pensara que lo único por lo que se levanta el país es por pagar la hipoteca… No llegaríamos a ningún sitio.
No entiendo por qué yo pienso así y los demás no, y sé que no es un tema que pueda tratar abiertamente. Aun gracias que de tanto en tanto puedo comentar esto con alguien sin que piensen que estoy loca de remate. Aunque bueno, ya no tiene mucha importancia.
Muchas veces he tenido esa sensación de irrealidad. Como si la vida fuera una película que le pasa a otra persona y que en algún momento alguien la “hará” saltar, y contemplo lo que sucede en tercera persona. Creo que en esos momentos de alienación mi mirada debe ser bastante extraña, cosa que la gente entiende como “pasotismo” pero es que simplemente me parecen de mentira. Como si lo que hablaran no fuera conmigo.
Después, no sé cómo, parece que alguien toca un interruptor y conecto de nuevo con la realidad, aunque no es algo que me guste mucho. Por eso supongo que en el fondo muchas veces me dado lo mismo que me gritaran, porque para mí eso estaba pasando en algún sitio ajeno a mi persona.
Con todo, aunque lo mío me ha costado, he conseguido llegar bastante lejos.
Sé lo que va a pensar todo el mundo mañana, cuando se levanten y no me vean. No es culpa suya, en absoluto. Él simplemente fue la gota que colmó el vaso de mi estupidez.
Qué le voy a hacer si soy así de estúpida, que tanto me fío de los demás, que tanto doy. Quizás tenía tantas ganas de sentirme completa… Pero una patada tras otra, una puñalada tras otra, por más que te levanta llega un día que te hace tanto daño que no lo puedes remediar. Y aquí estamos.
Llegas a creer que no vales una mierda. Para nadie. Llegas al punto que estás cansada de escuchar, “él se lo pierde”. ¿Por qué? ¿Por qué es malo ser como eres? ¿Por qué es malo demostrar afecto? ¿Por qué es malo querer a alguien? ¿Por qué parece que lo único que te hace sentir vivo es el dolor? Qué lástima que nos engañen diciendo que vinimos al mundo a ser felices. Mentira. Vinimos a llorar y a sufrir. ¿Por qué querría nadie ser padre en un infierno así?
He sufrido muchas veces, como todos, me imagino. Si escribiera un libro con la cantidad de absurdidades que me han pasado… No lo compraría nadie por fantástico. Pero esta vez ya no tengo fuerzas para levantarme y continuar, porque no quiero que la historia se repita una vez tras otra. Ahora soy consciente de que no valgo nada para nadie, ni siquiera para mí. Que valgo menos que un recuerdo, que valgo menos que una quimera. ¿Tan horrible soy? ¿Tan poco valgo? Que incluso un fantasma que llega del pasado es capaz de desbancarme con tres palabras burdas…
Me he aburrido de escuchar que no me preocupe, que vendrá otra persona, que es un imbécil, que no me merece, que no vale la pena. En el fondo es que simplemente, nada lo vale, ni siquiera vivir. Que es un idiota, que más vale saberlo ahora que más adelante. Que es un pusilánime, un blando, etc… Bueno, ¿y qué soy yo entonces? Una idiota, una crédula, una desesperada, una indeseable.
No me quiero levantar mañana para ver repetida la misma película con un nuevo protagonista estelar, ni quiero que se levante nadie más.
Y aquí estamos, juntos los tres. ¿No es maravilloso? Él con el tiro en la cabeza con sus ojos cristalinos desgarrados en horror al contemplar la figura de ella, degollada, su sangre empapándonos la ropa; y yo con ese sopor tan acuciante, esas ganas de dormir que no puedo reprimir mientras Queen suena de fondo, como una canción de cuna después de la cual ya no quedará nada más que una sonrisa en mi cara por haber escapado de esta mierda de vida.
There's no time for us
There's no place for us
What is this thing that builds our dreams yet slips away
from us
Who wants to live forever?
Who wants to live forever....?
There's no chance for us
It's all decided for us
This world has only one sweet moment set aside for us
Who wants to live forever?
Who wants to live forever?
Who dares to love forever?
When love must die
But touch my tears with your lips
Touch my world with your fingertips
And we can have forever
And we can love forever
Forever is our today
Who wants to live forever?
Who wants to live forever?
Forever is our today
Who waits forever anyway?
There's no place for us
What is this thing that builds our dreams yet slips away
from us
Who wants to live forever?
Who wants to live forever....?
There's no chance for us
It's all decided for us
This world has only one sweet moment set aside for us
Who wants to live forever?
Who wants to live forever?
Who dares to love forever?
When love must die
But touch my tears with your lips
Touch my world with your fingertips
And we can have forever
And we can love forever
Forever is our today
Who wants to live forever?
Who wants to live forever?
Forever is our today
Who waits forever anyway?
No hay comentarios:
Publicar un comentario