no son tan inútiles
las noches que te di.
Te marchas, ¿y qué?
Yo no intento discutírtelo,
lo sabes y lo sé.
Al menos quédate sólo esta noche.
Prometo no tocarte,
estás segura.
Hay veces que me voy sintiendo solo,
porque conozco esa sonrisa, tan definitiva…
Tu sonrisa que a mí mismo
me abrió tu paraíso
Se dice que
con cada hombre
hay una como tú,
pero mi sitio
ocuparás con alguno…
Igual que yo o mejor lo dudo.
¿Por qué esta vez agachas la mirada?
Me pides que sigamos siendo amigos.
Amigos para qué, maldita sea…
A un amigo lo perdono,
pero a ti te amo.
Pueden parecer banales
mis instintos naturales…
Hay una cosa que yo no te he dicho aún,
que mis problemas sabes que se llaman tú.
Solo por eso, tu me ves hacerme el duro,
para sentirme un poquito más seguro.
Y si no quieres ni decir en que he fallado,
recuerda que también a ti te he perdonado,
y en cambio tu dices: lo siento, no te quiero.
Y te me vas con esta historia entre tus dedos
¿Qué vas ha hacer?
busca una excusa
y luego márchate,
porque de mí
no debieras preocuparte,
no debes provocarme,
que yo te escribiré un par de canciones
tratando de ocultar mis emociones
pensando, pero poco, en las palabras.
Te hablaré de la sonrisa, tan definitiva…
Tu sonrisa que a mí mismo
me abrió tu paraíso
Hay una cosa que yo no te he dicho aún,
que mis problemas sabes que se llaman tú.
Solo por eso, tu me ves hacerme el duro,
para sentirme un poquito más seguro.
Y si no quieres ni decir en que he fallado,
recuerda que también a ti te he perdonado,
y en cambio tu dices: lo siento, no te quiero.
Y te me vas con esta historia entre tus dedos
(c) Sixio / http://sixio.free.fr/
Qué le vamos a hacer… Ya sabía yo que me iba a pasar estoy que me iba a sentir así. Supongo que es simplemente que tengo cierta añoranza.
Es aquello de “no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Ojalá no me hubiera dejado nada en su casa. Pero bueno, mira, así son las cosas. Qué más da el “ojala no”, el “y si”. La cosa es que estamos como estamos.
Hace dos días le vi en msn un segundo y le dije que iba a tener que pasa por su casa a recoger mis cosas, y que si podía empaquetarlas. Afortunadamente, ya había empezado a hacerlo.
Le dije que si quería, que avisara a su madre y que estuviera ella cuando fuera a casa, y así nosotros no teníamos porqué hablar. ¿Qué sentido tiene hablar ahora? No le veo yo ninguno. Hubiera preferido no verle.
Hay que ver qué poca sutileza la masculina. Tú a una mujer le dices “si quieres” y ella entiendo perfectamente a lo que te estás refiriendo. Otra cosa es que te haga caso o no. Una mujer habría entendido el mensaje tras las palabras, que venía a ser: dile a tu madre que venga, que no quiero verte (o no sé si quiero verte).
Me estuve acordando de esa canción de Sergio Dalma, me sorprendí a mí misma cantándola de camino al hotel hace dos noches. Y dando tumbos por la red, encontré esos dibujos, que me van de perlas, que explican claramente cómo me sentí. En fin.
Más vale acabar con esto cuanto antes.
Como en la canción, yo me pregunto, a qué ser amigos. No le veo el sentido… Si yo no quería ser amiga suya. ¿Para qué? ¿No es ya bastante duro vivir tan cerca? ¿Y ser amigos para que me cuente como le va la vida con otras?
No tiene sentido.
Me siento un poco rara porque pienso eso pro un lado, y por otro no sé qué haría si me dijera de volver. Bueno, siendo sincera, seguramente volviera. Pero, nuevamente, ¿para qué? Si no iba a cambiar nada. Yo soy como soy, él es como es. No funcionó así. ¿Por qué pensar que iba a funcionar ahora?
Lo que hizo que nos alejáramos sigue estando ahí.
Y aun así, sabiendo todo eso, y sabiendo a ciencia cierta que mi cabeza tiene razón, un trocito mío a veces tiene esa esperanza.
Tuve el estúpido impulso de preguntarle si el día que no me cogió el teléfono fue a propósito. ¿Cuándo –me dijo- llamaste? Hace un mes y medio, respondí yo. Y como no cogiste el teléfono me decidí a no llamarte nunca más.
Y eso hice, aunque me costó lo mío. Hasta que supe que le habían operado y no sabía porqué. Y total… ¿Para qué? Si no cogió el teléfono.
Ya son ganas las mías de ser tan masoquista. Ya son ganas de hacerme sufrir a mí misma de forma gratuita. Sé perfectamente que vale, no oyó el teléfono en el momento, pero vio la perdida y no tuvo ni voluntad de llamar.
Ya lo dice Sergio Dalma…
Hay una cosa que yo no te he dicho aún,
que mis problemas sabes que se llaman tú.
Solo por eso, tu me ves hacerme el duro,
para sentirme un poquito más seguro.
Y si no quieres ni decir en que he fallado,
recuerda que también a ti te he perdonado,
y en cambio tu dices: lo siento, no te quiero.
Y te me vas con esta historia entre tus dedos
Con la de gente que hay en el mundo y siempre acabo con algún idiota. La cuestión es… No pude tener tan mala suerte siempre…
Quizás es que todos son idiotas.
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