10/28/2010

Primera división

Han sido tiempos duros esos que has vivido hasta volver aquí: una nueva oportunidad de lucha, de jugar entre los grandes, de batir todos los récords. Meses de rehabilitación mentalizándote, antes de encontrar un buen equipo en primera dónde encajar y degustar la gloria. Victoria, la de dulces trazos, más potente que cualquier droga que hayan podido sintetizar jamás en un laboratorio. Tus propias endorfinas invadiendo el torrente sanguíneo para matarte de placer.

Incluso antes de ponerte la camiseta, puedes sentirlo en tu interior: el rugido, el poder, la fuerza, el ansia por salir al campo a darlo todo hasta el final. Noventa minutos infinitos, ni una prórroga, pero da igual, tú ya lo sabes: saldrás victorioso una vez más. Como siempre.

Ese conocimiento te confiere una seguridad exultante que se esparce por todas los invisibles átomos de tu cuerpo, cual carburante a punto de empujar pistones. Seiscientos músculos que vibran, anhelando pisar el campo una vez más, sentir el manto de euforia ajena, saberte el amo y señor del mundo por un rato.

Tu cerebro emite señales invisibles y te prepara… El cuerpo está rayando una orgásmica sensación, sabiéndote a las puertas de una hora y media del tan ansiado coito, con su eclosión final. Por un instante, el vello de tu cuerpo se eriza ante la idea, y dirías que incluso puedes notar la turgencia en tus pezones.

Te giras, para contemplar al resto del equipo, las imprescindibles piezas de este ser curioso e inorgánico donde hasta los suplentes son absolutamente necesarios… Sí… Los sustitutos, los del banquillo, los... Matarías por no volver a sentarte en ese apestoso banquillo entre ellos nunca más.

De un vistazo los valoras, contemplas también a los otros delanteros fijamente, para recordar sus fortalezas y debilidades, tomando buena nota. Una chirriante vocecilla resuena en tu cabeza: equipo, compañerismo, lealtad, equipo… Pones tu mejor y tan ensayadísima (casi desgastada) sonrisa “profident” en la cara, levantas el pulgar y asientes. Todo está preparado, y solo quieres salir fuera y… Marcar.