7/10/2008

Miedo

(Silencio. Iluminación tenue.)

A veces pienso que no sé porqué mantenemos estas citas semanales, ni porqué le pago, ni si hace algo por ganarse realmente lo que vale.

En realidad al final todo se reduce a lo mismo, a estos monólogos míos mientras me siento en el diván y hago viajes introspectivos.

Creo que es por reafirmar mi idea de que no estoy loca, cosa que tampoco me preocupa en demasía.

En realidad tengo la impresión de que si me quedara en mi casa y dedicara tanto rato a pensar, razonar y cuestionarme porqué hago las cosas como el que dedico aquí, llegaría a las mismas conclusiones.

Hoy he dormido bien, la verdad. Es cierto que las últimas dos semanas me ha costado bastante conciliar el sueño y que cuando lo he hecho, me he ido despertando cada hora o dos.

Al principio lo achaqué al calor, porque con esta humedad de mediados de estío, el bochorno y que no corre aire en casa… Ya sabe que no hay ventana en mi cuarto y necesito dormir con los balcones abiertos para respirar bien. Sigue gustándome despertarme con la luz del día.

Debe ser por eso que tenía sueños intranquilos.

Llevo unas noches un poco paranoicas. Uno de los sueños más vívidos que tuve fue el de ir volando en un bicharraco mitológico por encima de una tierra mítica, y acabar saltando a mi ciudad real, mientras iba sacando fotos de paisajes. La mala pata hizo que se me cayera la cámara en un terrado y tuve que hacer milagros para recuperarla. Recuerdo que cuando aterricé no pude volver a llamar a mi montura, pero bueno al terminar el sueño tenía de nuevo mi máquina en las manos.

¿Qué era tan importante de la cámara? No sé, deduzco que los recuerdos que había dentro. Ya sabe, al final, de las cosas solo quedan los recuerdos, las pinturas, los escritos, las fotos… Me va a dar la neura filosófica, como siempre, pero ya sabe lo que pienso. Cuando “mañana” llega, lo único que queda del “ayer” real, son esos retazos de memoria a los que uno se aferra.

El otro que tuve, se ha ido emborronando con los días, no puedo visualizarlo correctamente, pero recuerdo la sensación que me produjo cuando me desperté y era una mezcla de añoranza melancólica, y sensación de pérdida. Debe ser que estos días estoy obsesionada con lo mismo.

(Silencio, y desvía la mirada hacia la ventana. Retoma su discurso sin mirar nada directamente.)

Creo que el problema es que soy una persona obsesiva, ¿verdad? Debe de ser eso. Obsesiva, posesiva, celosa… Llevo varios días dándole las vueltas al asunto. Ya sabe que me gusta venir con los “deberes” hechos. Si tuviera que pagar por todo el rato que dedico a poner las ideas en orden antes de entrar en la consulta…

Estos días los he dedicado a analizar esos puntos, y he llegado a que todo está motivado por mi inseguridad. Que en el fondo es miedo. Es fruto de mi necesidad imperativa de controlarlo todo, y que al enfrentarme a algo que se escapa de mis manos, como no tengo forma humana de manipularlo, me obsesiona dedicando horas y horas y horas a buscar una solución favorable que ahora sé, es inexistente, porque no depende de mí.

La obsesión imagino entonces que se retroalimenta, porque doy vueltas en círculo, de manera que cada vez me estreso y me agobio más; mis ataques posesivos son debidos a mi incapacidad para proteger o defender todo eso que me quita el sueño, y los celos es mi reacción natural a apartar todo lo que quiero y meterlo en una caja vigilada constantemente.

Es imposible vivir así.

Ahora ya sé que lo único que me pasa es que tengo miedo, y que no sé dejarme llevar.

Bueno, parece que un día más hemos llegado a algunas conclusiones aceptables, ¿jum?

¿Sabe? Ya sé porqué le pago lo que le pago y le mantengo: porque cada vez que me siento aquí y hablo, me libero.

No hay comentarios: